Semana 2 de septiembre: LA REALIDAD ES NO-DUAL

NO-DUALIDAD: ¿UNA MODA?

Primera Clave: La Realidad es no-dual (1)

La Realidad es solo una, como una es la fuente de todo lo existente. La dualidad –la idea o creencia de la separación– aparece con la mente que, debido a su naturaleza separadora, entiende lo real como una “suma” de objetos separados.

          Esa única Realidad tiene dos “polos”: el inmanifiesto y el manifestado, la vacuidad y las formas. Pero polaridad no significa dualidad: ambos polos se hallan profunda y secretamente abrazados en una unidad mayor. Esto es lo que se denomina como no-dualidad: unidad-en-la-polaridad o unidad-en-la-diferencia.

          La comprensión no-dual no descuida ni desvaloriza nada porque sabe ver todo como “expresión” o despliegue de la Realidad una, que constituye el sustrato y la identidad última de todas las formas.

          Los “dos polos” o niveles, sin embargo, no son simétricos: el de las formas es relativo, temporal o transitorio, lo cual permite hablar de “sueño” o “representación”.

          La comprensión no-dual nos muestra nuestra verdadera identidad –somos Consciencia o Vida–, que momentáneamente experimentamos en la forma de una persona concreta. Desde la mente –desde la no-dualidad pensada, en cuyo caso es el “yo” quien habla–, esto podría inducir a la pasividad y al descompromiso, pero no así desde la comprensión. En concreto, esto significa que afirmaciones del tipo “No hay nada que hacer” son ciertas; el error radica en pensar que el sujeto de las mismas es el “yo”. En este caso, lo que ocurre es que el yo se apropia –en su beneficio, por ejemplo para autojustificarse– de expresiones que son verdaderas en el nivel profundo. Más brevemente: quien dice “no hay nada que hacer” no es el yo particular, sino la Sabiduría o la Vida donde todo es ya plenitud.

          Me parece que esto puede ocurrir prácticamente con cualquier afirmación, cuando se pronuncia desde un nivel de consciencia y se lee desde otro. Por lo que puede darse que, citando literalmente una frase, al hacerlo desde el estado mental, se esté pervirtiendo su significado y, por tanto, induciendo a error.

          Veámoslo con otra afirmación, aquella según la cual “lo que viene, conviene”. Alguien ha reaccionado ante ella diciendo que equivalía a “justificar todos los horrores históricos”. Sin duda, desde el nivel mental no puede leerse de otro modo. Sin embargo, leída desde la comprensión no-dual, se descubre la sabiduría que la alienta.

          En efecto, tal afirmación invita sencillamente a alinearse con lo real. Pero, a diferencia de lo que la mente pueda pensar, tal alineamiento no solo no tiene nada de resignación o claudicación, sino que se halla dotado de un dinamismo interno que impulsará a la acción adecuada en cada momento. Y será adecuada precisamente porque brota de la actitud sabia de la aceptación. Lo contrario –situarse en un “no” a la vida– es resistencia estéril, generadora de sufrimiento.

          La mente busca siempre la resistencia –porque es la forma que tiene el yo de mantener su sensación de existir– y huye de la aceptación –porque en esta el yo se diluye–. Sin embargo, la sabiduría es un camino de aceptación, actitud adecuada entre la resistencia y la resignación.

          Sirvan estos dos ejemplos para mostrar que afirmaciones de este tipo únicamente tienen sentido –solo pueden producirse y entenderse– cuando vivimos en la comprensión no-dual, más allá de la mente. ¿Cuándo serían “falsas” tales expresiones? Cuando se leen desde la mente o, como decía más arriba, cuando el yo se las apropia para autojustificarse.