CEREBRO, MENTE Y CONCIENCIA // Juan Arnau

Entrevista de Kike Oñati a Juan Arnau, astrofísico y especialista en religiones orientales, en Última Hora, 23 de noviembre de 2024:
https://www.ultimahora.es/noticias/local/2024/11/23/2274671/juan-arnau-mente-solo-nuestra.html

Juan Arnau defiende que la mente no está dentro del cerebro, como sostiene la neurociencia dominante, sino que es el cerebro el que está dentro de la mente. El órgano más complejo y desconocido del ser humano actúa como una antena que filtra y sintoniza la conciencia, «la mente del mundo», como escribe en su libro más personal: La meditación soleada. Propuestas para una cultura mental (Galaxia Gutenberg). El astrofísico y uno de los especialistas en filosofía hindú y budista más reconocidos de España sintetiza en su última obra «todo lo mejor de la tradición oriental adaptada a nuestra época», apostando por una técnica meditativa que no requiere sentarse ni cerrar los ojos. Consiste en «dejarse atravesar por la presencia del mundo, sin memoria ni deseo», señala. Su texto cuestiona con dureza el endiosamiento actual sobre la ciencia, que califica de «mito», y explora las potencialidades de la experiencia psicodélica, que «desmiente la matematización de la realidad». El autor, que inició su camino filosófico en la Universidad de Benarés para continuar aprendiendo sánscrito en México y después dar clases en Estados Unidos, es profesor de Filosofía en la Complutense de Madrid y responde a las preguntas por correo electrónico.

¿Cuál es la diferencia entre mente, conciencia y cerebro?

La gran aportación de la India al pensamiento universal es la distinción entre mente y conciencia. La primera es ruidosa, mudable, complicada, y nos hace sufrir, al mismo tiempo que nos permite experimentar el mundo manifiesto. La segunda es serena, dichosa e inmutable. La conciencia hace posible la mente y puede existir sin ella. No a la inversa. La mente puede considerarse una emanación de la conciencia (que es su fundamento), y aislar la conciencia de la mente (que es el ego) es una estrategia liberadora, que descarga la presión mental y produce estados de dicha y serenidad. La idea dominante en la neurociencia de hoy es que el cerebro produce la mente, y que la conciencia es un epifenómeno del cerebro. Un hecho sin importancia que emerge de la actividad cerebral. El libro plantea otro modelo, otro paradigma, apoyándose en más de dos mil años de pensamiento budista e hinduista, en cierta tradición fenomenológica occidental (Berkeley, Leibniz, Bergson, James y Whitehead) y en cierta tradición de la filosofía de la ciencia (Feyerabend, Skolimowsky, Bohr, Latour). Según este otro modelo, la mente no está dentro del cerebro, sino que es el cerebro el que está dentro de la mente, este es solo su cristalización utilitaria. La conciencia no es un fenómeno cerebral sino el fundamento de toda la actividad mental, que incluye la experiencia (mental) de un objeto que llamamos cerebro. Mediante la percepción, el lenguaje, la memoria y la intención, que son los cuatro componentes básicos de la mente extendida.

Pero la mente es una entidad individual, cada uno tiene la suya…

Es individual y no lo es. La mente es un fenómeno abierto y, en muchos casos, compartido. Pensemos en el lenguaje. Todos lo compartimos, y no el mismo lenguaje. Cada idioma tiene su propia moral e idiosincrasia, relacionada con las formas de vida del territorio en el que se desarrolla. Respecto a la percepción, cada individuo vive inscrito en un haz de percepciones, relacionadas con el espacio y el tiempo (ambos fenómenos mentales), y lo mismo puede decirse de la memoria y la intención. Los deseos que tenemos se configuran mediante nuestras experiencias previas. Y esas experiencias no comienzan con el nacimiento. No importa cómo llamemos a esas experiencias previas, los biólogos recurren a la genética, los hindúes al karma. El caso es que venimos a este mundo con un ego ya muy configurado y que es razonable suponer que no ha salido de la nada.

«El cerebro no produce la conciencia, filtra la mente del mundo», escribes. Esta idea hinduista choca con la visión de la neurociencia dominante actual, que lo ve al revés, aunque es incapaz de explicar su origen. ¿Por qué aceptar tu propuesta ayudaría a avanzar en resolver el llamado hard problem of consciousness?

Lo primero que habría que explicar, para que la gente lo entienda, es qué es eso del «problema «duro» (o difícil) de la conciencia. Se trata de explicar cómo y por qué tenemos sensaciones como el color o el sabor (lo que la filosofía llama qualia). Mi propuesta, que es muy antigua, no resuelve el problema, sino que considera que el problema está mal planteado. Desde el «empirismo radical» que se defiende aquí, lo que llamamos materia no es algo que exista ahí fuera (si existe o no ahí fuera no es asunto que nos concierna como empiristas), sino que es «una experiencia mental». Una experiencia táctil o visual, generalmente. La materia se nos aparece como un conjunto de cualidades y la mente es la que va a priorizar y establecer una jerarquía en esas cualidades, con objeto de desenvolvernos en el mundo, con objeto de sobrevivir, que es a lo que se dedica la mente, a hacer que el cuerpo humano sobreviva.

Bajo este paradigma, al morir, la porción de la mente humana regresaría a su fuente, de manera que la pregunta crees que no es si hay vida después de la muerte, sino qué sobrevive, se proyecta o refleja, tras el tránsito.

Vivimos en una mente extendida. La mente no es sólo nuestra, como no es sólo nuestro el lenguaje o la memoria (hay una memoria de la especie, hay una memoria de experiencias antes del nacimiento), el núcleo mental, que creemos nuestro, es de hecho colectivo. Yo no sé, por supuesto, qué sobrevive tras la muerte. Los budistas afirman que una parte de la mente, llamada cuerpo sutil, se proyecta sobre otro ser. Los hindúes que las mentes van y vienen, pero que la conciencia que les sirve de base permanece inmutable.

Un lector comentó lo siguiente sobre una entrevista al físico y neurocientífico Àlex Gómez- Martín: «No señor, la mente y la vida no son otra cosa que bioquímica. El resto son religiones y fes sin demostrar, palabrería barata». ¿Qué le responderías?

En primer lugar, le diría que se relajara y tratara de ser más educado (risas). Eso que este señor llama «bioquímica» es un híbrido naturaleza-cultura, como diría Latour, no algo que está ahí fuera. Un híbrido hecho de percepciones (mediante instrumentos de medida, elaborados según una teoría, que tiene su origen en la imaginación humana), de memoria (de la tradición de conocimiento que los ha erigido, en este caso la química y la biología), de intenciones (del investigador) y de lenguaje (de esas mismas tradiciones de conocimiento. Lo que este señor llama «bioquímica» es todo eso. Y todo eso es un fenómeno mental extendido, consensuado, acordado, trasmitido. No una cosa en sí que anda por ahí fuera como mecanismo del mundo. Estas cosas pasan por no haber leído a Kant.

De hecho, me fascinó esto que señalas en el libro: «La conciencia escapa a cualquier intento de objetivación. No es científica». ¿Debemos renunciar a estudiarla bajo ese paradigma aunque vaya en contra del espíritu científico?

La conciencia no puede ser objeto de conocimiento, precisamente porque es aquello que hace posible cualquier forma de conocimiento. Estudiarla bajo el paradigma materialista es absurdo (e ineficaz). La conciencia no se puede «conocer», pero se puede experimentar. Ese fue el gran descubrimiento de las upaniad. De hecho, todos la experimentamos constantemente, y lo haremos con más intensidad si somos capaces de apaciguar el ruido mental.

Algo que puede chocar a muchos lectores es la explicación que das acerca de que la ciencia es un mito. ¿Puedes desarrollarlo?

Je, je, esto merece un libro. En cierto sentido esa idea esta desarrollada en La fuga de dios. Las ciencias y otras narraciones (Galaxia Gutenberg). Trataré de explicarlo brevemente. La ciencia es un mito que se apoya en cuatro pilares. La ciencia es una (lo cual es falso, hay numerosas disciplinas científicas y cada una de ellas habla su propio lenguaje, intraducible a los demás, y crea sus propios híbridos naturaleza cultura). La ciencia es buena (falso también, la industria armamentística y la biotecnología de guerra prueban que la ciencia pude ser perversa). La ciencia es universal (falso también, no hay un único modelo científico, ni siquiera el tan cacareado «método científico» es un hecho real y comprobable, cada disciplina crea sus propios métodos, a veces extraordinariamente locos y creativos). Y finalmente, la ciencia es persuasiva, trata de convencernos de que ella constituye un acceso privilegiado a la realidad. Es decir: una, santa, católica y apostólica. Eso es la ciencia para el sentido común moderno. Y si alzas la voz contra esa creencia te llaman reaccionario y te preguntan si sería conveniente que volviéramos a las cavernas. El mito de la ciencia está muy extendido, sobre todo entre periodistas y gentes que no han pisado un laboratorio en su vida y que difícilmente serían capaces de resolver una ecuación de segundo grado.

¿Cómo salir de ese mito desde la propia filosofía de la ciencia?

Bueno, hay tradiciones muy potentes de sociología de la ciencia, como la escuela de Edimburgo. Lo importante es entender que, lo que llamamos objetividad, no es otra cosa que el consenso de los expertos. Y ese consenso se erige a partir de ciertos vocabularios, ciertos híbridos naturaleza-cultura. Es decir, hablan de esos mismos constructos, no de «cosas en sí», ahí fuera. Un electrón no es una partícula ligera y negativa que hay ahí fuera. Un electrón es un constructo mental, un híbrido naturaleza-cultura, como diría Latour, o una entidad «mental», hecha de percepción, memoria, intención y lenguaje como sostengo yo.

¿No te parece que en esta era, en la que todo se cuestiona sin conocimiento de causa despreciando el conocimiento, afirmar que la ciencia es una ilusión nos aboca a una mayor incertidumbre?

Establecer los límites del conocimiento ha sido desde siempre la tarea de la filosofía. Piensa en Sócrates. El conocimiento endiosado, del tipo que sea, es peligroso y suele decantar algún tipo de totalitarismo. Ya es hora de abandonar el infantilismo. El ser humano busca desesperadamente certezas, antes lo hacía en la religión, ahora lo hace en la ciencia.

La doctrina anekantavada, pilar del jainismo, sostiene que la verdad nunca está en un único sitio y que cada doctrina tiene su parte de ella. ¿Es el principio que debería adoptar la ciencia, que calificas de arrogante por querer explicarlo todo en una única teoría?

De hecho, eso es lo que hacen las ciencias. Cada una erige su propia espiral de conocimiento, como decía Skolimowski (un discípulo de Popper), cada una cocrea su propia verdad. Todas ellas son verdades parciales. Lo ingenuo es creer que esos diferentes enfoques pueden unificarse. No pueden hacerlo porque hablan lenguajes distintos, utilizan métodos distintos y trabajan sobre «objetos» (constructos) distintos. Bohr diría que son visiones complementarias de una realidad poliédrica y plural. Y en cada una de esas visiones o enfoques están metidos los investigadores y sus intenciones. Todo esto se vio con claridad en el debate Einstein-Bohr del congreso de Solvey de 1927. Allí nació la teoría cuántica (que fue posible gracias al consenso logrado por Bohr entre los mejores especialistas del mundo). Cada teoría produce su propia base empírica. Esa es la magia. Los hechos no serían siquiera observables sin una teoría. Einstein era muy consciente de esto. El positivismo lógico quedó arruinado cuando se comprobó que los enunciados derivados de la observación empírica vienen siempre cargados de teoría. Luego vinieron Gödel y Bohr para demoler el mito. Lo formal es incompleto (Gödel), lo empírico también, ¿qué lo completa?: la intención (Bohr).

Insistes mucho en que la vida no es matemática, aunque nos hacen creer que sí lo es. ¿Esa conceptualización es la que nos metió en la tecnificación deshumanizada?

La matematización de la naturaleza fue la apuesta de Galileo, confirmada por Descartes. Es una posibilidad, pero no lo única. Nos ha dado muchos réditos. Siempre que un lenguaje, del tipo que sea, trata de erigirse como el único lenguaje, hay que sospechar. En este sentido mantengo una agenda política, pues hay muchos totalitarismos al acecho, ahora mediante la IA (invasión algorítmica) y el control de la información.

¿Qué es la meditación soleada?

Una estrategia basada en la receptividad. Algo en cierto sentido taoísta. Un modo de estar en el mundo que permita que aflore la atención. En realidad, no hay que hacer nada, simplemente no hay que poner obstáculos. Dejarse atravesar por la presencia del mundo, sin memoria ni deseo. Evitar la mediación. Estar disponible. Es una cuestión de sintonía. En cierto sentido, es una síntesis de lo mejor de la tradición india adaptada a nuestra época.

La experiencia psicodélica, que también tratas, facilita la despersonalización que ofrecen la meditación y el yoga. Es un atajo que permite sentir la conciencia. Creo que ayuda a situarnos, a romper con la rutina cotidiana, pero se debe trabajar diariamente con otras técnicas. ¿Qué relación tienes con estas experiencias?

La experiencia psicodélica es fundamental porque desmiente la cosmología moderna, basada en la matematización de la realidad. Lo que ocurre es que es peligrosa, sobre todo para los más jóvenes. Estoy preparando un libro sobre el asunto. Para ello me he sometido a altas dosis de LSD, mescalina y psilocibes. No es este el lugar para hablar de ello. Baste anticipar que en un viaje psicodélico completo se pueden experimentar dos cosas fundamentales. En primer lugar, la unidad de todas las cosas, que es lo que han buscado los místicos de todas las épocas. En segundo lugar, la muerte del ego, que es el primer y el último paso de cualquier iniciación seria. La meditación soleada es un modo suave de acercarse a lo que se experimenta con psicodélicos de un modo más rápido y abrumador.

Y para acabar, ¿cuál es a tu entender la gran enseñanza india que podemos incorporar hoy a nuestras vidas?

La práctica de traer el origen al presente. La meditación soleada es un modo de hacerlo. El universo es una presencia viva de carácter unificante. Cualquiera puede haber tenido un breve atisbo, un vislumbre, un relámpago de luz, de esa condición del mundo. Se trata de aprender a verlo así, sin cerrar los ojos, como si fuera otro (el origen) quien percibe a través nuestro. La meditación soleada permite experimentar la presencia del origen mientras vivimos, y no sólo cuando nos sentamos a meditar.

¿PAZ O DIVISIÓN?

Comentario al evangelio del domingo 17 agosto 2025

Lc 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

¿PAZ O DIVISIÓN?

La existencia humana -como la realidad en su conjunto- se halla atravesada por la paradoja. Porque la naturaleza de lo manifestado -de las formas- es polar. De hecho, sin tal aparente contraste, nos resultaría imposible pensar las cosas. Sabemos de la salud por la enfermedad, del frío por el calor, de la noche por el día, de la alegría por la tristeza…

Pero sucede que, al leer los polos como opuestos irreductibles, la mente se ve perdida en la paradoja, porque le resulta incoherente con lo que suele llamar el “principio de no contradicción”: si algo es “A” no puede ser “B”. Y así lo hemos asumido, hasta que ha llegado la física cuántica y nos ha hecho ver que tal principio, en el campo subatómico, salta por los aires, como se comprueba en la polaridad simultánea onda-partícula.

Los dos polos de todo lo real no son contradictorios, sino complementarios. No puede existir el uno sin el otro. Por eso, la paradoja es una contradicción solo aparente.

La mente no entiende que, si Jesús proclama la paz, aparezca en otra ocasión hablando de división. Y sus comentaristas tratan de justificar sus palabras, dando mil rodeos, sosteniendo cada cual la postura que previamente ha adoptado y aduciendo para ello razones de todo tipo.

La realidad, sin embargo, no es lineal, sino compleja en su sencillez. La paz convive con la división, con el fuego e incluso con la angustia, por decirlo con las imágenes que aparecen en el texto.

¿Cómo vivir la paradoja? Situándonos en aquel “lugar” donde es abrazada y trascendida. Si la paradoja afecta ineludiblemente al mundo de las formas, solo anclándonos en el Fondo que las trasciende, es posible la ecuanimidad o la Paz -ahora con mayúscula- que, al decir de Pablo, “trasciende todo lo que podemos pensar” (Carta a los Filipenses 4,7).

CANTO DE JÚBILO DE LOS INDIOS NAVAJOS

¡Maravilloso, todo esto es maravilloso!

Yo soy el espíritu de la tierra.

Los pies de la tierra son mis pies,

las piernas de la tierra son mis piernas.

La fuerza de la tierra es mi fuerza,

los pensamientos de la tierra son mis pensamientos.

La voz de la tierra es mi voz,

la pluma de la tierra es mi pluma.

Todo lo que pertenece a la tierra me pertenece,

y todo lo que rodea a la tierra me rodea.

Yo soy las palabras sagradas de la tierra.

¡Maravilloso, todo esto es maravilloso!

BUSCADORES/AS DEL TESORO

Comentario al evangelio del domingo 10 agosto 2025

Lc 12, 32-48

Dijo Jesús a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentra en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre”. Pedro le preguntó: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”. El Señor le respondió: “¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentra portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.

BUSCADORES/AS DEL TESORO

La del buscador es una parábola sobre la existencia humana que se ha repetido en diversas tradiciones sapienciales. En síntesis, viene a decir que “algo” en nosotros sabe que hemos perdido o ignorado un tesoro -el tesoro por excelencia, que contiene nuestra plenitud-, por lo que todo nuestro recorrido vital no es sino un viaje para descubrirlo o recordarlo. “Conoce quién eres”, “recuerda quién eres”, repiten una y otra vez aquellas tradiciones.

De entrada, la aventura humana empieza como una búsqueda, en cuyo origen es posible rastrear una doble motivación, lo cual nos alerta del riesgo que encierra. Por un lado, nace de la necesidad; por otro, del Anhelo.

Al percibirnos como seres sumamente necesitados, frágiles y carenciados, se pone en marcha en nosotros un impulso que nos lanza a buscar algo que nos complete y nos sacie. Porque la experiencia de carencia nos resulta insoportable.

Pero ese no es el único motor que nos pone en marcha. En otro nivel más profundo, se activa un Anhelo, que nace del “recuerdo” (inconsciente) antes mencionado, y que tiene un sabor diferente al de la necesidad.

La necesidad termina confundiéndonos, al hacernos creer que aquello que habría de completarnos se encuentra fuera y en el futuro. De ese modo, no solo erramos el camino, sino que incrementamos la ansiedad, al no encontrar nunca aquello que habría de saciarnos.

El Anhelo, por el contrario, es la voz de nuestra profundidad, que nos llama a casa. Lo que anhelamos no se halla fuera ni un futuro lejano; es más íntimo que nuestra propia intimidad: es lo que somos. Únicamente lo habíamos olvidado.

Por ese motivo, en el camino de búsqueda, acertamos al comprender que no hay nada que buscar; hay, más bien, que dejarse encontrar. Cesamos de ser buscadores; en cuanto lo comprendemos, somos, sencillamente, “reconocedores”.

ESPIRITUALIDAD ES… // Anónimo

Espiritualidad es mirar a tu vecino y comprender que su mal humor es causa de su dolor, y no sentirte ofendido.

Espiritualidad es que las cosas no salgan como tú deseas, y aceptar que así ha de ser para tu aprendizaje.

Espiritualidad es hacerte responsable de tus circunstancias, no creerte la víctima, no culpar a nadie de lo que te sucede.

Espiritualidad es vivir en la alegría, o en el silencio, o en el bullicio, o en la tormenta, o en la luz, o en la oscuridad, vivir lo que la vida te propone, sin pretender que sea otra cosa.

Espiritualidad es comprender que, si te enfermas, no solo hay que atender los síntomas físicos, sino también ver qué emociones no estás gestionando, y atender que lo que hace tu cuerpo es mandarte un mensaje.

Espiritualidad es caminar disfrutando de cada paso del camino, independientemente de lo que te suceda. Es atender las emociones sin identificarte con ellas. Es cuidar tus pensamientos y tus palabras. Es ser coherente y mantener la autenticidad en todos los ambientes y en todas las circunstancias.

Espiritualidad es abrazarlo todo.

Espiritualidad es amar el mundo tal y como es, con todo lo que contiene. Sin juzgarlo, sin quejarte, sin poseer.

Espiritualidad es compartir, es estar en paz. Es dejar que cada uno viva como le plazca.

Espiritualidad es comprender que nada es real y que, a la vez, hay que ser impecables a la hora de jugar la partida de la vida.

Y no hablo de religión, no hablo de dogmas, no hablo de pecados, no hablo de creencias, no hablo del bien y del mal, no hablo de iglesias, ni de maestros, ni de normas.

Hablo de lo que late cuando consigues parar y mirar hacia dentro, y te das cuenta de que no tendría sentido la vida, si solo fuéramos materia. Si solo estuviéramos aquí para pasar el rato. Si solo fuéramos un puñado de carne, de vísceras, de arterias. Si solo fuéramos un deseo atrapado en un cuerpo, sin un alma que anhela sentir de nuevo el Amor del que sin duda forma parte.

CUANDO SOMOS NECIOS

Comentario al evangelio del domingo 3 agosto 2025

Lc 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno del pueblo a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él contestó: “Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?”. Y dijo a la gente: “Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y les propuso una parábola: “Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe, y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?». Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios”. 

CUANDO SOMOS NECIOS

Habitualmente, se utiliza el término “necio” como sinónimo de “estúpido”. De hecho, esa es una de las acepciones que presenta el Diccionario de la RAE. Sin embargo, en su etimología, alude directamente a la ignorancia más radical.

En latín, “nescio” es la primera persona del indicativo del verbo “nescire”, que significa no saber o ignorar. En consecuencia, el significado del término, en la parábola de Jesús, es obvio: quien se hace daño a sí mismo o hace daño a los demás es necio –“nescius”, en latín-, es decir, profundamente ignorante.

En nuestro medio cultural, por diferentes motivos, han terminado instalándose varias creencias completamente erróneas y de consecuencias funestas. Entre ellas, pueden destacarse tres: la creencia en la culpa, en la necesidad del castigo y en la maldad connatural al ser humano. Esta última -que hunde sus raíces también en otra creencia, nefasta en sus consecuencias: la del llamado “pecado original”- ha culminado en la extendida convención cultural de que el ser humano obra el mal porque es malo. De ese modo, se viene a concluir que el mal que percibimos a diario, en nosotros mismos y en los demás, y que llega a ser literalmente monstruoso en ocasiones, es fruto de la maldad humana.

Frente a esta creencia, las tradiciones sapienciales han afirmado que el ser humano se halla constitutivamente orientado hacia el bien. Y que cada persona, en todo momento, hace lo mejor que sabe y puede, de acuerdo con su mapa mental. El mal, por más grave que sea, es siempre hijo de la ignorancia, entendida esta en su sentido más radical y profundo, que hace referencia, no solo a no saber lo que se hace, sino a no saber lo que somos. De ahí que aquellas conocidas palabras que el evangelista Lucas pone en boca de Jesús crucificado, refiriéndose a sus verdugos -“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”-, significan, en realidad, “perdónalos porque no saben lo que son”. Esta es la ignorancia que nos hace vivir de manera necia, generando daño y sufrimiento, en nuestras relaciones interpersonales y en las relaciones entre países y pueblos, con tomas de decisiones crueles, inhumanas e incluso genocidas.