CANAL DE YOUTUBE Y CAMBIOS EN LA WEB

1. Canal de Youtube: Meditación y vida cotidiana

 En ese canal pueden encontrarse los contenidos que hemos ido ofreciendo a lo largo de los dos últimos cursos.

En concreto, en el mismo hay cuatro listas:

Nos ha parecido oportuno hacer una lista con solo las prácticas meditativas, para que sea fácil el acceso a aquella que a cada cual pueda interesarle en un momento concreto.

El último video de cada una de las tres primeras listas contiene un índice de temas y de prácticas, de manera que resulte fácil encontrar aquello que se busca.

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2. Cambios en la web: https://www.enriquemartinezlozano.com/

Son cambios introducidos con el fin de incluir en ella los contenidos de Youtube.

En concreto, los cambios introducidos se encuentran en la pestaña: MATERIALES-PRÁCTICAS.

Al hacer clic en ella, se abren tres nuevas:

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Al dar cuenta de ello, necesito expresar mi gratitud a quienes, con tanto mimo como gratuidad, han hecho posible el desarrollo de las sesiones en Youtube: Josu Erro, Txemi Pérez y Ecequiel Subiza. Así como a Gregorio Dávila, que lleva el cuidado de la web. A los cuatro, muchas gracias de corazón.

PROVOCACIÓN, SUBVERSIÓN, COMPASIÓN

Domingo XV del Tiempo Ordinario

10 julio 2022

Lc 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?”. El letrado contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”. Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida”. Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, sintió compasión, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta». ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?”. El letrado contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Le dijo Jesús: “Anda, haz tú lo mismo”.

PROVOCACIÓN, SUBVERSIÓN, COMPASIÓN

La conocida como “parábola del buen samaritano” constituye una joya universal y atemporal de humanidad, aunando en sí misma provocación, subversión y compasión.

Es un texto provocativo (literalmente, pro-vocar significa “llamar hacia adelante”) que busca desinstalar de creencias y seguridades rutinarias. Trasciende la formulación de la Ley y sus preguntas –“¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”-, llevando al interlocutor del mundo de las creencias a la realidad de la persona necesitada.

Es un texto subversivo, que coloca como prototipo de bondad a alguien (“un samaritano”) que era considerado “hereje” y “pecador” -alguien a quien la religión despreciaba-, al tiempo que muestra al sacerdote y al levita -los hombres del Templo- como errados en su comportamiento legalista.

Es un texto que sitúa la compasión como criterio definitivo de verdad y de acierto. ¿Cómo hacer para acertar en la vida? Brindando ayuda a la persona en necesidad. En ese principio se centra toda la práctica propuesta por Jesús: “Haz tú lo mismo”.

¿Qué lugar ocupa la compasión en mi vida?

EUTANASIA: RELATO DE UN MÉDICO

UNA MAÑANA DE LUZ BLANCA:
RELATO DE UN MÉDICO TRAS SU PRIMERA EUTANASIA

Jesús Medina, un doctor de Leganés, en la Comunidad de Madrid, realizó la intervención el 15 de noviembre de 2021. Esa noche, al llegar a casa, escribió un texto sobre cómo se sintió y lo que vio.

En El País, 23 junio 2022. https://elpais.com/sociedad/2022-06-23/una-manana-de-luz-blanca-relato-de-un-medico-tras-su-primera-eutanasia.html

Jesús Medina, un médico que trabaja en Leganés, realizó su primera eutanasia el 15 de noviembre de 2021. Es una de las 172 que se han realizado hasta la fecha en España tras un año desde la entrada en vigor de la ley que lo permite. “No me falles”, le dijo la paciente, una señora de 86 años con un cáncer de colon terminal, cuando pidió morir dignamente. Pero en un principio no podía hacer nada: la Comunidad de Madrid todavía no había formado su comité de garantías. Cuando se formó, la petición fue rechazada, pero fue aceptada tras apelar la decisión, casi tres meses después de que la paciente decidiera que no quería aguantar más. Esa noche, al llegar a casa, Jesús escribió este texto:

Debo prepararme por dentro y por fuera esta mañana de jueves. He pasado una noche inquieta y me desperté temprano. En la ducha noté que mi cuerpo estaba temblando.

Rezo y comparto mis sentimientos con mis seres queridos.

Vuelvo a rezar un rato largo cuando ya no hay nadie en casa.

Salgo a la calle y sigo temblando. Estoy a punto de no coger el coche porque temo no poder conducir. Pero hago un salto de confianza: sé que puedo conducir.

Llegamos al portal. El cielo es de un azul tan claro que me parece un papel de regalo que envuelve la ciudad.

Ya estamos los tres: los dos enfermeros y yo. Dedicamos unos instantes para contarnos lo nerviosos que estamos, pero lo convencidos de estar realizando un acto médico, movidos por el amor y el respeto a la libertad individual.

En la casa hay un ambiente casi festivo (como cuando esperas a que salga la novia de la habitación el día de su boda).

Están los hijos y muchos nietos. El marido es el miembro más frágil de la familia.

Ella está espléndida. Vestida con un pijama blanco y una bata de flores.

Maquillada, perfumada, con un ramo de flores que le acaban de dar sus nietas.

Saludamos a todos de forma discreta pero emocionados.

Ella consuela a los que se acercan. Está preparada, fuerte, serena y contradictoriamente parece llena de vida.

Explicamos en voz alta los pasos que vamos a realizar: preparamos la medicación en la habitación, después pasa la paciente para colocarle dos accesos venosos y después pueden pasar los familiares que lo deseen.

En la habitación se organiza todo, escrupulosamente ordenado. Se deja todo preparado en un ambiente solemne pero amigable. Queremos que todo esté previsto y el procedimiento sea fluido.

En el salón ya se oyen besos, deseos entrecortados, agradecimientos, algún sollozo y unos últimos abrazos muy apretados.

Ella pasa a la habitación y se tumba en la cama con completa naturalidad. Habla con nosotros en un tono jovial de detalles concretos y de temas trascendentes.

Me agradece todo mi acompañamiento en estos meses, me dice cosas muy bonitas que no puedo retener. Yo le digo que lo nuestro fue un flechazo de amor a primera vista, que nunca me voy a olvidar de ella.

Entra parte de la familia cuando están canalizadas las dos vías venosas.

La habitación es blanca, su pijama blanco, el propofol también es blanco y por el ventanal entra la luz de la mañana tamizada por toldos blancos.

Comienza la sedación y ella no pierde la sonrisa. Sus nietas le dicen todo lo que la quieren y ella se despide deseando felicidad para todos nosotros.

Son las once y media y queda en el aire un espíritu de paz, de dignidad, de respeto a la vida y al proceso de morir que nunca había experimentado.

PROSELITISMO Y BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Domingo XIV del Tiempo Ordinario

3 julio 2022

Lc 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que hay, y decid: «está cerca de vosotros el Reino de Dios»”.

PROSELITISMO Y BÚSQUEDA DE LA VERDAD

La consciencia mítica identifica la verdad con la propia creencia. A partir de ahí, considera que el mejor servicio que puede hacer a la humanidad es “traerla” a la verdad, de la que el propio grupo se considera depositario: ha nacido el proselitismo.

Al trascender la consciencia mítica e incluso la identificación con la mente, caemos en la cuenta de que la verdad no puede ser nunca un concepto, una creencia, un dogma o una doctrina. Ni cabe en la mente ni puede ser “poseída” por nadie. La verdad es lo que es; la verdad es lo que somos.

No se trata, por tanto, de transmitir “creencias”, sino de favorecer que la persona descubra la verdad que es. Somos verdad, o mejor, la verdad nos sostiene y nos constituye. Aun velada e incluso oscurecida por múltiples factores, sigue ahí en toda su luminosidad. Solo necesitamos desearla apasionadamente y asumir una actitud de indagación y experimentación.

Las creencias buscan imponerse; la verdad se muestra. Aquellas separan; esta une. Las creencias dividen a las personas -entre creyentes y no creyentes-; la verdad hace que nos encontremos más allá de ideas, más allá del ego.

Este modo de entender la búsqueda de la verdad recuerda a Sócrates y su método mayéutico. Cesa el proselitismo y uno se vive como “partera” que, a través de preguntas, ayuda a “dar a luz” la verdad que yace ya en cada persona.  

¿Qué es para mí la verdad?

VACÍOS // Esther Fernández Lorente

Necesité llenar mis vacíos
con personas, con triunfos,
con un dios
a la medida de los huecos
que demandaban validación.

Todo lo necesité
para no sentir el hambre
profunda de presencia.

No era capaz de mirarlos
así, vacíos, tal vez imperfectos,
ni de mostrar la ausencia
de belleza que me gritaban.

Pero siempre ha estado, ahí,
una voz cierta y cálida
que me ha ido susurrando: “entra”.

Siempre ha estado, ahí,
esa voz que es llamada,
como anhelo transparente.

Ha ido cambiando,
palabra a palabra,
silencio a silencio,
el miedo al vacío,
en aceptación de la oquedad
en la que, ahora, saboreo y amo
la nada preñada de sentido,
la oscura certidumbre
de tener huecos habitados
donde anidan los pájaros,
crecen las madreselvas
y cantan las corrientes de agua,
canciones de vida,
allá, en lo más profundo.

Esther Fernández Lorente.

«LOS NUESTROS»

Domingo XIII del Tiempo Ordinario

26 junio 2022

Lc 9, 51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento, pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y que acabe con ellos?”. Él se volvió y los regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: “Te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. A otro le dijo: “Sígueme”. Él respondió: “Déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

 “LOS NUESTROS”

Uno de los rasgos característicos del nivel de consciencia mítico -en el que la especie humana vivió durante milenios y algunos de cuyos reflejos siguen presentes entre nosotros- es la convicción de que la verdad pertenece al propio grupo, por lo que se descarta como falsa cualquier otra opinión. Y ello no debido a una “mala voluntad”, sino sencillamente como consecuencia de lo que ese nivel de consciencia permite ver.

La consciencia mítica bloquea la capacidad de asumir otra perspectiva. Con ello, hace radicalmente imposible cualquier intento de diálogo. Para quien se halla en el nivel etnocéntrico (mítico), solo hay una verdad, que es la del propio grupo (o del propio ego). En consecuencia, “los otros” no solo no pueden ser comprendidos, sino que es necesario obligarlos a cambiar (o “acabar con ellos”, como se lee en el texto que comento). Cualquier propuesta de comprensión de los otros será tachada, como mínimo, de “buenismo” condescendiente y radicalmente equivocado. Trataré de clarificarlo con un hecho reciente: cuando en uno de sus viajes, un periodista le preguntó por la actitud de la Iglesia hacia las personas homosexuales, el papa Francisco contestó: “¿Quién soy para juzgar?”. Ante esas palabras, grupos católicos fundamentalistas reaccionaron de inmediato: “No solo hay que juzgarlos, sino condenarlos porque están en el error. Y el error no tiene derechos”. Pues bien, esta reacción únicamente puede nacer de una consciencia mítica.  

La consciencia mítica -aunque no solo ella- es una consciencia de separatividad, marcada por la vivencia de un dualismo extremo entre “los nuestros” y “los otros”. No es difícil constatar los resultados que tal consciencia ha producido a lo largo de la historia humana: separación, enfrentamiento, guerras, aniquilación de los otros…

Dado que el origen de la trampa no reside tanto en la voluntad, sino en el nivel de consciencia, parece obvio que únicamente la apertura a un nivel de consciencia más amplio -integral, pluralista, aperspectivista, mundicéntrico…- hará posible un nuevo modo de relación entre los humanos. La transformación radical es siempre hija de la comprensión. Solo una consciencia de unidad, que se corresponde a la realidad y supera las estrechas y reductoras lecturas mentales, permite dejar de hablar de “los nuestros” y “los demás”, para reconocernos todos en nuestra unidad básica, más allá de las diferencias en que nos experimentamos.

¿Qué tipo de consciencia predomina en mí?