PARA SER FELICES // Tal Ben-Shahar

Entrevista de Josep Fita a Tal Ben-Shahar,
En La Vanguardia, 26 de mayo de 2025:
https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia-salud-mental/20250526/10710847/ben-shahar-guru-bienestar-feliz-requiere-trabajo-esfuerzo-repeticion.html

“Para ser feliz se requiere trabajo, esfuerzo y repetición”.

A Tal Ben-Shahar (Tel Aviv, 1970), psicólogo y filósofo estadounidense de origen israelí, se le conoce como el gurú de la felicidad. El curso de psicología positiva que impartió durante años en Harvard, y que se convirtió en uno de los más populares de esta universidad, le valió ese calificativo. Hoy dirige el máster en estudios de la felicidad en la Centenary University (New Jersey), pero eso no le impide seguir viajando alrededor del mundo. Imparte unas 200 conferencias al año en más de 20 países (ha visitado más de 100 durante su trayectoria). El pasado martes, y gracias a Mentes Expertas, cerca de mil personas pudieron escucharle en directo en el teatro Coliseum de Barcelona.

En una frase, cómo definiría qué es la felicidad.

La síntesis entre significado y placer. Solo significado, sin placer, no es felicidad, y tampoco placer sin significado.

¿Significado?

Me refiero a tener un sentido de propósito, es decir, a hacer algo que sea importante para mí. Por ejemplo, si en el trabajo hago algo que tiene significado para mí, entonces puedo experimentar felicidad. Muchas personas confunden felicidad con placer, y aunque este último es una parte importante de la felicidad, es solo una parte. Sin significado, no está completa.

¿Todos podemos ser felices?

Depende de qué entendamos por felicidad. Si la definimos como placer, no todos podemos ser felices y mucho menos todo el tiempo. Sin embargo, si la vemos como algo más profundo, donde se busca hallar un sentido de importancia en nuestra vida, entonces la mayoría de las personas pueden experimentarla. Por supuesto, con altibajos, pero es algo consustancial a nuestra naturaleza.

¿Cuál es el principal hallazgo de la ciencia de la felicidad?

Que podemos cambiar nuestro cerebro no solo para ser más felices, sino también para ser más resilientes. La ciencia demuestra que cuando repetimos ciertas acciones o pensamientos, estos se vuelven hábitos. Por ejemplo, si pienso que soy una persona amable, y ese se convierte en mi pensamiento dominante, realmente me volveré más amable. La clave está en la repetición.

Esta ciencia, dice usted, propone cosas de sentido de común. Entonces, ¿por qué hay tanta gente infeliz?

Porque nos hemos alejado de nuestra naturaleza. Es natural que los seres humanos se muevan. Sin embargo, hoy las cosas se han vuelto tan fáciles que vivimos en la comodidad y no necesitamos movernos tanto, como hacían nuestros padres o abuelos. La falta de movimiento afecta a nuestra felicidad. Otro ejemplo. En el pasado solíamos sentarnos alrededor de la mesa o el fuego con nuestra tribu, con nuestros amigos. Hoy trabajamos solos o pasamos mucho más tiempo ante una pantalla que frente a otras personas, y pagamos un precio muy alto, física y psicológicamente. Hay que volver a lo básico: el movimiento, las relaciones. Es de sentido común, aunque como dijo Voltaire, el sentido común no es tan común.

¿Hay que esforzarse, trabajar duro, para ser feliz?

Desearía decirte que es algo fácil, pero no es así. Es muy parecido a cualquier otra habilidad. Si quieres ser bueno tocando el piano, tienes que practicar. Si quieres estar en forma, tienes que ir al gimnasio regularmente. Lo mismo ocurre con cultivar la mente y el corazón: requiere trabajo, repetición y esfuerzo. Sin embargo, no significa que el trabajo, la repetición y el esfuerzo no se puedan disfrutar. De la misma manera que hay personas que disfrutan de su trabajo o de esforzarse para estar en una buena condición física, también podemos disfrutar del esfuerzo para ser más felices. De esta manera obtenemos la experiencia completa: disfrutamos del camino y del destino.

¿Puedes ser feliz si la vida no te trata bien?

Hay ciertas situaciones que obviamente nos lo pueden impedir. Pienso en personas que viven en la pobreza. La vida es difícil para ellas y sus circunstancias afectan a su bienestar. No obstante, la ciencia de la felicidad ofrece herramientas que incluso estas personas pueden usar. Esto no reemplaza la urgencia de cubrir las necesidades básicas, pero incluso cuando estas no se cumplen, la ciencia de la felicidad puede ayudar. Además, les puede ser útil para asegurarse dichas necesidades, y es que puede motivarles a superar dificultades y desafíos para salir de su situación. Pero, ¿es la ciencia de la felicidad una solución para todos los problemas del mundo? Por supuesto que no.

Cuando habla de herramientas, ¿a qué se refiere?

Hablo, por ejemplo, de la meditación, que es la consciencia del momento presente. Cuando nos enfocamos en la respiración, estamos meditando. También cuando interactuamos con otra persona y la escuchamos, sin estar pendientes del móvil. Otra herramienta es el ejercicio físico regular. Tan solo 30 minutos de ejercicio aeróbico tres veces por semana tienen el mismo efecto en nuestro bienestar psicológico que los medicamentos psiquiátricos más potentes. De hecho, funcionan de la misma manera, liberando en el cerebro norepinefrina, serotonina y dopamina, que son las sustancias químicas del bienestar.

¿Alguna herramienta más?

Expresar gratitud, algo muy simple y sobre lo que se ha investigado mucho. Por ejemplo, antes de irse a dormir, escribir cuatro o cinco cosas por las que me siento agradecido. Puede ser sobre la familia o sobre la maravillosa comida que he tenido. Las personas que lo hacen regularmente no solo están más felices, sino también más saludables, son más amables y exitosas. También ayuda escribir un diario. Las investigaciones muestran que dedicar tan solo 20 minutos al día a escribir sobre nuestras emociones, desafíos y dificultades puede ayudar enormemente a aliviar el dolor y a sentirnos mejor.

¿Son las redes sociales fuente de infelicidad?

Son como la electricidad u otro poder: pueden ser usadas para el bien o para el mal. Si las utilizo para mantenerme en contacto con familiares y amigos o difundir un mensaje importante, pueden ser positivas. Sin embargo, si paso muchas horas frente al ordenador revisando cuántos me gusta recibo o cuán popular soy, eso se convierte en un problema. Lamentablemente, hoy se están utilizando más en este segundo sentido, y eso nos hace más daño que bien. Lo que tenemos que hacer es crear límites en torno a su uso, ya sea para nuestros hijos o para nosotros mismos, con el fin de no caer en la trampa de la adicción.

 ¿Qué tipo de límites?

Limitar la cantidad de horas que estamos online. En mi casa hay ciertas áreas donde las redes sociales, o la tecnología en general, no están permitidas. Por ejemplo, cuando cenamos. Tenemos una caja en la sala común donde todos los teléfonos, tanto de niños como de adultos, se guardan a partir de las 20 h. También está prohibido en el dormitorio. Si tú fueras adicto al alcohol y quisieras liberarte de esa adicción, ¿te irías a la cama con una botella de tequila? Por supuesto que no, la mantendrías lo más lejos posible. Sin embargo, la mayoría de las personas en el mundo desarrollado son adictas a sus teléfonos, lo saben y aún así se van a la cama con el móvil al lado.

 ¿Tendría que ser obligatoria una asignatura en la escuela que enseñe a los niños a gestionar las emociones?

Uno de mis profesores, Martin Seligman, cuando trabaja con padres y maestros, siempre hace dos preguntas. La primera: qué es lo que más desean para sus hijos. Todos coinciden: que sean felices, resilientes, que tengan buenas relaciones y estén sanos. Con esas respuestas, Seligman hace una primera lista. Después, formula la segunda pregunta: ¿qué aprenden los niños en la escuela? A leer y a escribir, geografía, historia, biología o matemáticas, responden. Seligman hace una segunda lista con esas respuestas, la compara con la primera y evidencia que no hay ninguna correlación entre ambas. Eso no significa que la segunda no sea importante, por supuesto que es necesario que los niños aprendan a leer, matemáticas y conozcan la historia. Pero, ¿por qué las escuelas ignoran casi por completo la primera lista? Es incomprensible. En especial, hoy, cuando existe la ciencia de la felicidad y podemos enseñarla a los niños.

Es paradójico, cuanto menos.

Y no solo eso. Cuando enseñamos estas cosas a los niños no solo se vuelven más felices y saludables, sino que se convierten en mejores estudiantes. Así que la primera lista ayuda a la segunda. No obstante, las escuelas de todo el mundo en su mayoría ignoran la ciencia del bienestar, algo que espero que cambie.

¿Usted ha conseguido ser feliz?

Muchas personas me lo preguntan. Hace 30 años, empecé el camino de estudiar la felicidad por mi propia infelicidad. No existe un punto donde antes eras infeliz y luego pasas a ser feliz. En otras palabras, no es un estado binario de ceros y unos, más bien la felicidad existe en un continuo. Lo que sí puedo decir es que hoy soy mucho más feliz de lo que lo era hace 30 años, y espero que dentro de cinco lo sea más de lo que lo soy hoy. La felicidad, más que un destino, es un viaje, que termina cuando lo hace la vida.