MIEDO Y PAZ

Fiesta de Pentecostés

28 mayo 2023

Jn 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

MIEDO Y PAZ

Los “relatos de apariciones” -en realidad, catequesis orientadas a fortalecer la fe de las primeras comunidades- buscan transmitir paz y confianza a aquellos discípulos que, en un medio más o menos difícil en incluso hostil, debían verse atrapados en el miedo. De hecho, el contraste entre miedo y paz se repite en todo ese tipo de relatos.

Con frecuencia, los humanos tendemos a pensar que tanto los miedos como la paz se hallan fuera de nosotros. De se modo, aun sin ser conscientes de ello, terminamos más o menos alienados, implorando de alguien que nos libere del miedo y nos garantice la paz.        

Se trata de una actitud comprensible, pero básicamente infantil: es el niño quien se siente dependiente y necesita que alguien desde “fuera” venga en su ayuda. La persona adulta sabe que tanto los miedos como la paz habitan dentro de ella misma. Es indudable que las circunstancias externas nos condicionan en un sentido u otro. Pero, en último término, la “llave” de nuestro mundo interior está en nosotros.

Aun aceptando que los condicionamientos de mi propia psicobiografía tienen su propio peso, hoy puedo cultivar conscientemente una actitud de paz interior o, por el contrario, alimentar miedos de todo tipo.

La clave para tomar una u otra dirección es la comprensión. Comprensión que no es necesariamente inteligencia ni erudición, sino consciencia lúcida de lo que realmente somos. En este sentido, me parece evidente que, detrás de todo miedo, hay ignorancia acerca de lo que somos, y que la paz solo puede nacer de la comprensión.

La ignorancia me lleva a identificarme con el yo particular y separado. Pero donde se da tal identificación, habrá irremediablemente soledad, miedo y ansiedad. La comprensión, por el contrario, me hace reconocerme como consciencia -o como vida: “Yo soy la vida”, dirá el Jesús del cuarto evangelio (Jn 11,25)-. Esa es la comprensión que nos muestra otro modo de vivir y nos regala paz.

¿Cómo ando en comprensión de lo que soy?