ELOGIO DE LA ATENCIÓN

Comentario al evangelio del domingo 30 noviembre 2025

Mt 24, 37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del Hombre pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”.

ELOGIO DE LA ATENCIÓN

“Estar en vela” significa vivir con atención, poniendo luz en todo lo que nos sucede, para poder acogerlo con aceptación y lucidez.

La atención es lo opuesto al despiste, a la distracción, a la superficialidad y a la confusión. No es una cualidad de la mente -aunque esta resulte beneficiada-, sino una actitud que requiere silencio mental. Si el despiste, la distracción, la superficialidad y, en último término, la confusión se alimentan con la hiperactividad de una mente de mono, que salta constantemente de un lugar a otro, la atención brilla cuando la mente está en calma.

La atención nos trae a casa y posibilita vivir en el presente, disuelve los fantasmas que tiende a fabricar una mente rumiadora, sosiega y regala paz, aporta fortaleza y libera del sufrimiento inútil.

No es la nuestra una cultura silenciosa y atenta. Silencio y atención no cotizan al alza en nuestro medio. Predominan los ruidos de todo tipo y la distracción habitual, como huida de malestares que preferimos no ver. Sin embargo, en un efecto paradójico, esos malestares evitados se terminan convirtiendo en la mayor fuente de sufrimiento.

La atención es capaz de mirar todo lo que llega, acogerlo amorosamente e iluminarlo. Y todo lo que es abrazado, observado amorosamente e iluminado se convierte automáticamente en nuestro aliado.