Comentario al evangelio del domingo 21 diciembre 2025
Mt 1, 18-24
La concepción de Jesucristo fue de esta manera: la madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: “Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa «Dios-con-nosotros»)”. Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
EL MITO DE LA VIRGEN MADRE
El llamado “relato de la anunciación” aparece únicamente en los evangelios de Mateo y de Lucas. Si bien con variantes entre sí, ambos presentan la imagen de una madre virgen, que concibe “por obra del Espíritu Santo”.
Tanto la doctrina oficial como la piedad popular ha insistido siempre en la verdad literal de lo narrado. Con ello, ha deformado lo que solo era -nos hallamos en el nivel mítico de consciencia- un modo simbólico de narrar, un vehículo para afirmar la plena presencia de Dios en el niño concebido.
Se trataba, en realidad, de un mito extendido en las culturas antiguas, desde Egipto hasta la India. El Osiris egipcio, “el dios hecho hombre” anunciado por una estrella, nace de una virgen el 25 de diciembre. El dios frigio Attis, llamado “el Salvador”, “el Buen Pastor” y el “Hijo de Dios” nacía de una virgen, Nana, el 25 de diciembre. Del mismo modo, Dionisos nacía de la virgen Semele, en un pesebre, un 25 de diciembre. También Heracles nace de una virgen en esa misma fecha. El propio Buda nacía de la virgen Maya también el 25 de diciembre. Krishna, segunda persona de la trinidad hindú, nació de la virgen Devaki, en una cueva establo iluminada por una estrella donde las vacas lo adoraban. Nada nuevo… Lo que hacen Mateo y Lucas es, sencillamente, tomar el mito común a tantas y variadas tradiciones y aplicarlo a Jesús.
Sin embargo, lo que, tomado en su literalidad es insostenible, adquiere una riqueza profunda cuando se lee -como lo que es, un mito- en clave simbólica. Tras ese mito se esconde, sin duda, una intuición compartida por nuestros antepasados: en la persona que veneramos -venían a decir en su creencia religiosa- Dios se manifiesta en plenitud. Desde nuestra comprensión, sospechamos que les faltó dar un paso más, que les hubiera llevado a afirmar que, en todo ser humano, habita la plenitud de la divinidad, o que esta, más allá de nuestras personalidades diferentes, constituye nuestra identidad profunda. ¿Cómo no habría de ser elocuente y universal el mito de la virgen madre?
