CUERPO Y CEREBRO // Nazareth Castellanos

Aldara Martitegui entrevista a Nazareth Castellanos, neurocientífica, en NIUS, 26 de noviembre de 2022.
https://www.niusdiario.es/salud-y-bienestar/coaching/20221126/entrevista-neurocientifica-nazareth-castellanos-libro-neurociencia-cuerpo-psicologo-futuro_18_08055061.html
 

“El psicólogo del futuro será el que te pregunte por tu dieta y qué ejercicio haces”.

Tal vez se sorprendan –como hice yo- al conocer que nuestro insigne científico Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 por descubrir los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las neuronas, fue también uno de los primeros culturistas de nuestro país. Normal que en una cultura como la nuestra, en la que prima lo intelectual sobre lo corporal, no se preste demasiada atención a este detalle en los colegios. Pero el cuerpo no estaba en absoluto en segundo lugar para Ramón y Cajal. Él fue un auténtico visionario: “Dedicó un gran esfuerzo a cuidar el músculo porque decía que el músculo impactaba sobre el cerebro” explica la neurocientífica Nazareth Castellanos. Hoy sabemos que Ramón y Cajal era un visionario porque más tarde se descubrió que esa relación músculo-cerebro es clave para la generación de nuevas neuronas.

Neurociencia del cuerpo (Kairós 2022), el último libro de Castellanos -una de las más prestigiosas neurocientíficas de nuestro país- es el resultado de 11 años investigando cómo el organismo esculpe nuestro cerebro. Su mérito es enorme porque ella se empeñó en investigar algo en lo que la ciencia no estaba de acuerdo. Eso le obligó a bucear en otras disciplinas, como la meditación y la medicina oriental “para ver que decían y meterlo a cucharadas en el mundo científico”.

Gracias a la perseverancia de Nazareth Castellanos hoy podemos leer en una sola obra una recopilación de los estudios y evidencias científicas que nos permiten comprender por qué nuestra postura corporal, nuestros gestos faciales, la microbiota intestinal, el patrón de los latidos del corazón y la manera en que respiramos impactan en nuestro estado de ánimo, emociones, memoria, capacidad de atención y percepción.

En estos tiempos en los que la salud mental se ha convertido en uno de los principales motivos de consulta médica; en los que los expertos pronostican que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030, resulta imprescindible valorar todos los recursos que tenemos disponibles para tener un cerebro sano. Tumbarse en el diván ya no será la única manera de cuidar nuestra salud mental. Como dice Antonio Damasio, “aquel que quiera considerar la psicología sin considerar al cuerpo, perdido va”.

Pregunta: Esta idea de que la mente está distribuida por todo el cuerpo, en realidad no es nada nueva…, es algo que, como bien explicas en tu libro, ya estaba antes en nuestra cultura, hace siglos, antes de que llegara este paradigma científico que todo lo parcela, lo separa.

Respuesta: Yo misma antes decía esto: ¿Cómo somos aquí en Europa tan petardos, tan reduccionistas, y en oriente tienen esta visión más holística? Hasta que me empecé a dar cuenta, cuando repaso la historia de nuestra medicina -¡que no lo había estudiado nunca!- y me encuentro poquísimos libros, pero empiezo a ver que nuestra base, la medicina griega, ya consideraba al cuerpo como algo integral y la mente distribuida por el cuerpo. Es verdad que ya Hipócrates le otorga una gran responsabilidad al cerebro, pero no se olvida para nada del corazón, de los intestinos. Luego entendí -cuando se me pasó el enfado- que la ciencia, hace 300 años -después de Descartes, principalmente- empezó a estudiar las cosas en más detalle y que, con el método científico, había que separar. Es verdad que esa idea del todo y la interacción era excesivamente compleja y hubo que separar, lo cual nos ha permitido una especialización maravillosa porque conocemos al cuerpo más que nunca en la historia y, en mi opinión más que cualquier otra forma de medicina. Ahora lo que toca ese conciliar las diferentes partes del cuerpo.

P: Todavía en la medicina actual se sigue tratando todo de manera aislada y el cuerpo se ve como secundario: parece que es más importante cultivar nuestra parte intelectual…

R: Lo que yo vengo defendiendo, o más bien atacando en el libro, es la falta de conocimiento sobre la historia que tenemos de la biología. Yo creo que en general la biología y en concreto el cuerpo humano, es el gran desconocido, no pertenece a la cultura básica. Siempre denuncio que si yo digo que no sé quién es Cervantes, soy la persona más inculta del mundo; pero si alguien dice que no tiene ni idea de cómo funciona el corazón, no pasa nada, porque eso no es cultura. Esto es lo que hay que cambiar. No puede ser que sepamos más de un móvil o de un cohete que de nuestro propio cuerpo. Entonces, luego ya viene otra crítica al mundo académico de la medicina. No puede ser que en las facultades de medicina no estudiemos historia de la medicina; ya no digo que sería un sueño que estudiásemos historia de las medicinas, porque hay más medicinas que la nuestra…

P: Imagino que esta conexión mente-cuerpo puede tener un gran impacto en nuestra salud mental… ¿Podemos usar el cuerpo como palanca para mejorar nuestra salud mental y bienestar psicológico?

R: Lo que nos dice ahora la literatura es que es mucho más fácil llegar a la salud mental o a la psicología a través de las vísceras que a través de la propia psicología. Nos cuesta muchos más dirigir nuestros propios pensamientos e intentar cambiarlos que hacerlo a través del cuerpo. Estamos más pegados a la tierra que al cielo, como decían Galeno y Quevedo. Un ejemplo -hablando desde fuera hacia dentro- es la importancia que tiene la postura sobre la percepción del mundo. Igual que cuando yo estoy mal el cuerpo lo refleja, si mi cuerpo tiene una postura propia de cuando yo estoy mal, el cerebro empieza a activar esos mecanismos. Por ejemplo, el cuidado que demos tener sobre cómo está nuestra cara; el cómo tengo el gesto…, ¿y por qué ahora se está estudiando esto? Fíjate, en la Universidad de Los Ángeles se está haciendo un estudio de cómo nos está impactando en el estado de ánimo general, sin llegar a casos clínicos, hacer esto: [mira el móvil de cerca y frunce el ceño] y ¿por qué? Porque son pequeños [los móviles] y normalmente tiene una luz que es impactante y normalmente lo miramos hacia abajo. Rara vez hacemos así [pone el móvil a la altura de su cara]. Hacemos así [pone el móvil más abajo y se encorva] entonces, lo que pasa, es que miramos hacia abajo y nos encorvamos. Esto lo ves muy bien en el metro o en el autobús.

P: Y eso tiene un impacto en nuestro cerebro…

R: Ya se demostró en el año 2014 que la postura de encorvamiento hace que percibamos más las cosas negativas que las positivas. Pero luego, además, ponemos así la cara [frunce el ceño] porque normalmente, otra de las cosas que nos está ocurriendo es que nos está fastidiando la visión, pero tengo que hacerlo así [frunce el ceño de nuevo] para focalizar en una cosa muy pequeña, porque estas cosas [los móviles] son muy pequeñas, y leer algo en el móvil me obliga a hacer así [frunce el ceño] y lo que pasa es que estoy poniendo una cara propia de un enfado. Cuando yo arrugo esta parte del ceño, ahí hay una activación directa en el entrecejo con la amígdala (…) Y, a más actividad de la amígdala, más tensión emocional hay. Por tanto, yo, que me paso no sé cuántas horas así, [mirando el móvil encorvada y con el ceño fruncido] ¡imagínate! Memoria: sesgando más lo negativo y la amígdala activada. El cuerpo le está mandando una información al cerebro y este entra en lo que se llama la congruencia mente-cuerpo. Y si esto [mira el móvil frunciendo el ceño y encovada] es además a lo largo del día -no es solo un segundo, sino que pasamos mucho tiempo así- pues imagínate…

P: Además de cuidando nuestra postura, ¿de qué otra manera podemos usar el cuerpo como palanca para cuidar nuestra salud mental?  

R: Una cosa es utilizar nuestro cuerpo como prevención, para no tener problemas de salud mental… Pero si ya tenemos problemas de salud mental, yo creo que el enfoque es donde tiene que ser integral: ahí sí que hay que acudir a personas que nos ayuden con diferentes protocolos, psicológicos, psiquiátricos y terapéuticos, lo que sea. Lo que tienen ellos que hacer es incorporar al cuerpo. Lo que ya no tiene sentido es aquel diván donde yo estoy sentada o tumbada y le cuento a la persona mi problemática. La psicología del futuro va a ser un psicólogo que te pregunte cómo está tu dieta, qué haces, qué ejercicio físico haces. Y ahí cuento en el libro un caso que se está extendiendo sobre todo en Inglaterra y EEUU, que espero que llegue aquí ya, que en un servicio de psiquiatra hicieron obras y en vez de tantos despachos con consultas de psiquiatras, pusieron un gimnasio y una consulta de nutrición, y las personas que asistían allí, al servicio de psiquiatría, tenía que hacer ejercicio X días a la semana y tenían que revisarse su nutrición y luego también su consulta normal. Los resultados fueron estadísticamente mejores, fue muy significativa la mejora.

P: En tu libro hablas de la importancia de la microbiota intestinal, del impacto que tiene la nutrición en el cerebro…

R: Siempre debemos tener en cuenta absolutamente qué gasolina le estoy echando a mi cuerpo. Y aquí es donde la nutrición es fundamental porque tiene un impacto directo. Si yo sé que estos días estoy más nerviosa por lo que sea, a lo mejor no me puedo permitir ese dulce que me apetece, porque se me va a hacer más cuesta arriba gestionar ese problema. Lo que dice la literatura científica, los estudios, es que comemos muy mal. Afortunadamente ahora el número de personas que tienen acceso a la alimentación ha crecido en casi todo el mundo y eso es maravilloso, pero también es verdad que ese crecimiento se debe a un abaratamiento de las cosas y a veces comemos cosas de muy, muy mala calidad…y eso impacta directamente en nuestra psicología.

P: Entonces, volviendo al tema de la salud mental, no es que la psicoterapia vaya a desaparecer, es que debería transformarse…

R: No, no va a desaparecer, al revés: tiene que incorporar todo esto, yo creo que es la disciplina que más va a tener que adaptarse, como parte de la medicina que es. Ya lo dice Damasio -que sabes que es el representante del mundo científico- en su último libro: “aquel que quiera considerar la psicología sin considerar al cuerpo, perdido va”. Esto ya lo dicen los estudios: una persona con una ansiedad que ya es clínica, que es crónica, que le está afectando en su día a día, aunque esta persona se esfuerce mucho haciendo todo lo que le propone su psicoterapeuta, si se desayuna ese donut, si se bebe no sé cuántas latas de estas bebidas que todos sabemos, si tiene una vida sedentaria…pues de todo el esfuerzo que está haciendo, pierde mucho. Yo no creo que sea solo la dieta, solo el ejercicio, solo mente: yo creo que estamos ante un enfoque completamente integral. Si das cuatro pasos adelante con tu terapeuta y luego te tomas todo eso, pues has ido marcha atrás…

P: Desde este paradigma más holístico del ser humano que quieres recuperar con tu trabajo, entiendo que la salud mental se ve como parte de la salud global, no como algo separado del cuerpo.

R: Es que yo creo que el problema es que hemos dicho que lo mental no tiene nada que ver con lo biológico, entonces ¡qué más da que me tome un donut! Yo no soy de las que piensa que la consciencia la genera el cuerpo, pero sí que vive en el cuerpo: por lo tanto, depende del cuerpo y es inseparable de la materia. Por tanto, es imposible que tú tengas un estado mental sin que tenga su parte en la biología, y al revés. Muchos problemas que se están viendo ahora, es que a lo mejor están producidas porque hay ciertas bacterias que están en el intestino en una proporción mucho más grande de lo que deberían estar. Es que, a lo mejor, el causante de un malestar psicológico era más biológico, o al revés: si yo estoy estresada, si estoy mal, eso me va a repercutir… Es esa relación inseparable ente la biología y la mente y solo ver una de las dos, es absolutamente incompleta.

P: Colocar el cuerpo en el lugar que merece requiere un cambio grande, incluso en el sistema educativo. El currículum escolar contempla la existencia de cinco sentidos, los que nos abren la puerta hacia fuera, pero nada nos enseñan en el colegio de los sentidos que nos conectan con nosotros mismos: la propiocepción y la interocepción.

R: Se nos enseña siempre a mirar hacia fuera, sí. ¿Y qué está pasando dentro de tu organismo?, ¿cómo está la postura? Eso solo lo puedes conocer, obviamente, si te observas. Ahora se está estudiando la relación entre organismo y cerebro. Hemos vivido mucho en el mundo intelectual, en la intelectualidad y es como que no hago caso al cuerpo. No entiendo por qué respetas tanto tu intelectualidad y no cuidas tu cuerpo. Creo que debemos cambiar ese chip: cuidar el músculo. Ramón y Cajal fue culturista: dedicó un gran esfuerzo a cuidar el músculo, porque decía que el músculo impactaba sobre el cerebro: era un visionario porque hoy en día ya se ha descubierto esa relación musculo-cerebro para la generación de nuevas neuronas. No reconocer eso, es como ser ciego a la mitad de tu vida.

P: ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?, ¿siguen teniendo que ver con la relación cuerpo-mente?

R: Estoy iniciando ahora un proyecto con la Universidad de Barcelona para ver cómo se puede ayudar en la recuperación cerebral a personas que han tenido un ictus a través de la microbiota intestinal: cómo influir en la microbiota, a través del ejercicio físico, de probióticos, de mindfulness; cómo ayudar a esas personas en su recuperación con protocolos que no sean cognitivos. Por ejemplo, qué impacto tiene la microbiota intestinal para que el cerebro se recupere. Porque se ha visto que tiene un papel importantísimo en la generación de nuevas neuronas y en la recuperación del daño cerebral… cosa que antes era impensable. Antes, cuando había un daño cerebral, se le daba medicación, pero nadie le decía: “a ver qué come usted”. Y ahora se está viendo que claro, si entre todos ayudamos al cerebro, pues a lo mejor esa persona se recupera más y ya no tiene un déficit crónico. Habrá casos más graves, pero habrá casos en los que se pueda recuperar mucho antes. Fíjate qué cantidad de realidades tenemos disponibles en el cuerpo para ayudar al cerebro a recuperarse.