«CAFÉ CON AUTOR» y «Cuando muere la persona amada»

CAFÉ CON AUTOR

 

El próximo jueves, 9 de noviembre, a las 18:30 hs., me entrevistará Bruno Moioli, a propósito de la publicación del libro “Pérdidas y comprensión. ¿Cómo vivir los duelos?”. Podrá seguirse en directo en este enlace de Facebook

Más adelante, subirán la entrevista al canal de YouTube de la editorial Desclée De Brouwer.

***********************************

Para los amigos y amigas de Teruel:

«CUANDO MUERE LA PERSONA AMADA»

Conferencia y presentación del libro, organizada por la Cadena SER – Teruel, el sábado 25 de noviembre, a las 12:00 hs. en el Salón del Casino Turolense.

Entrada libre y gratuita hasta completar aforo.

NADIE PUEDE VIVIR POR TI

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

12 noviembre 2023

Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!». Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas». Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis». Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron en el banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco». Por lo tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora”.

NADIE PUEDE VIVIR POR TI

La parábola no quiere poner el acento en la cuestión egoísmo/generosidad -en la resistencia a compartir-, sino en el hecho de que nadie puede vivir por ti. El “aceite” de que habla no es algo que pueda obtener desde fuera, ni algo de lo que otros pudieran surtirme. El aceite, en este relato, es sinónimo de comprensión. La cual requiere, en principio, todo un camino de indagación y experimentación, que nos permita vivir en la luz (con “las lámparas encendidas”).

Es justamente la comprensión la que nos permite ver la vida como una “boda”, es decir, como la celebración de la unidad de todos con todo: todo es uno, todo se halla interconectado; son infinitas las diferencias, pero no cabe la separación.

Lo único que nos impide verlo es la “necedad” -del latín “nescio”, que significa “no sé”- de que habla Jesús, es decir, la ignorancia. Por el contrario, lo que nos permite vivir en la luz -liberados de la confusión- es la “sensatez” o, lo que es lo mismo, la sabiduría o comprensión.

La comprensión puede aparecer espontáneamente -y de pronto nuestras lámparas aparecen llenas de aceite- o puede ser fruto de un trabajo paciente por el que vamos aprendiendo a ver más allá de las apariencias.

Resulta profundamente significativo el hecho de que todas las grandes tradiciones sapienciales -pensemos incluso en los sabios griegos- han insistido en algo decisivo: lo que podemos percibir por los sentidos, todo lo que se mueve a nuestro alrededor, no es nunca lo realmente real. Todo ello son “apariencias”, que merecen nuestro cuidado y gestión, pero son solo formas más o menos efímeras, no lo realmente Real.

Por ahí se mueve el camino de la indagación: ¿qué es aquello que permanece cuando todo cambia? Comprenderlo es el “aceite” que solo cada cual -sin negar la ayuda que podamos recibir y que actuará de manera evocadora- puede poner en su existencia.

«ABRAZAR LA PARADOJA» // Esther Fernández Lorente

De manera intermitente, Esther ha ido asomándose a esta ventana, regalándonos poemas que siempre encontraban eco y producían resonancias en no pocas personas que se acercan a esta web o a este muro de Facebook. Ahora nos regala todo un poemario, con un título pleno de contenido y cargado de promesa: “Abrazar la paradoja”, publicado por Ediciones Carena.

El poemario se presenta en estos términos: “A veces la vida se hace poema y todas las cosas se expresan libres, cada una con su propia voz: brotan versos palpitantes de alegría, dolor, miedo, amor, duda o calma, versos cotidianos que hablan de todo lo que hay y hablan a toda persona atenta a la voz de la existencia.

“A veces la vida se muestra como espacio amoroso que posibilita y sostiene la danza de los opuestos, que armoniza la tristeza en la paz, el dolor en el gozo, el «no puedo» en la apertura y la posibilidad infinita…”

Os dejo con dos de sus poemas:

A veces la vida se hace poema y nos invita:
Deja hablar al corazón,
que los ruidos callen,
que enmudezca el afónico grito de lo mejor
y se exprese, sencillamente, lo que hay,
sin el envoltorio ni el maquillaje de lo bueno.
Que no cale el devastador eco del juicio,
la sorda represión de lo que no tendría que ser.
Que la vida se diga, honestamente,
vestida de fiesta o con harapos,
que la vida se diga amplia y libremente.
Que la vida se diga así, sin nada más,
como está,
como es.
      (En la contraportada)

*******************

¡HE SIDO REMOLINO TANTAS VECES!,
separada de la corriente que fluía serena,
envidiosa de la corriente ondeante de luz,
girando alrededor de mi hueco, de esa piedra.
Un remolino de círculos potentes
con el exacto volteo de la insuficiencia
para permanecer al margen del margen
y rodar alrededor del centro sin centro.

Solo la voz del río, paciente,
ha despertado, en cada nueva espiral,
gota a gota, el humilde sabor del agua,
la serena sensación de dejarse en la corriente,
sin nada que alcanzar ni demostrar,
en el descenso rápido, en el remanso.

Solo la voz del río, tan íntima
como mi más honda realidad,
me ha permitido soltar la piedra
y dejarme ir, cauce abajo,
gota sedienta o gota saciada,
agua al fin, sin más expectativas.
Agua.
                                                              (Página 20).

LA RELIGIÓN COMO PODER

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario

5 noviembre 2023

Mt 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros; pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencia por la calle y que la gente los llame “maestro”. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

LA RELIGIÓN COMO PODER

No conozco palabras que desnuden con más vigor las pretensiones de cualquier persona que quiera aparecer como gurú (en cualquiera de los sentidos y en todos los ámbitos posibles), que estas que leemos hoy en el evangelio de Mateo.

En concreto, en el medio religioso, estas palabras retoman la denuncia constante que Jesús dirige al poder religioso. Porque si sabemos que el ego busca apropiarse de todo lo que halla a su alcance, es comprensible que en la religión encuentre un alimento particularmente apetitoso.

Al remitir a la divinidad, quien se presenta como “mediador” de la misma se ve automáticamente revestido de un poder que, no solo lo sitúa por encima de los demás, sino que con mucha probabilidad le hace entrar en un camino habitualmente caracterizado, a partes iguales, por la vanidad y la hipocresía. Vanidad de quien se considera “elegido” por encima de otros y se apropia de ello. Hipocresía de quien se identifica con el rol y cuida, sobre todo, la imagen, olvidando aquello que, paradójicamente, predica.

Jesús es lúcido en su análisis cuando dice que no os dejéis llamar “maestro”, ni “padre” ni “jefe” (señor). Porque no son títulos cuyo sujeto pueda ser una persona. Todos somos maestros y discípulos a la vez. Todos aprendemos y enseñamos a lo largo de toda nuestra existencia. El único maestro, el único padre, el único señor es la Totalidad, la Vida misma. El sujeto no es ningún yo personal, sino la Realidad transpersonal.

          Cuando el ego se apropia de ella, la religión se pervierte y se hace dañina. Solo la comprensión profunda de lo que somos aleja de la pretensión egoica y mantiene en la humildad. Hay luz y desapropiación.

LA GOTA Y EL MAR // Javier Melloni

«Lo que aparece en el término
estaba en el origen,
pero no lo sabíamos.
Para esto venimos a la vida:
para conocerlo,
con-nacerlo,
para experienciarlo
en los diversos estratos de nuestro devenir.
 

Y cuando nos hemos colmado de existencia,
dejar de ser
para realmente Ser,
liberando nuestra pequeña individualidad
en el Ser total
que tiene sed de nuestra sed.
 

Irresoluble es la cuestión de saber
si la gota,
una vez que ha entrado en el Mar
y ha dejado de ser gota,
es consciente de ser Mar.
Irresoluble es la pregunta
porque está planteada
desde la gota,
no desde el Mar»
                                                      Javier Melloni.

EL FONDO DE LO REAL ES AMOR

Domingo XXX del Tiempo Ordinario

29 octubre 2023

Mt 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”. Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”. 

EL FONDO DE LO REAL ES AMOR

Por más que se presente como mandato, el amor es uno con la comprensión. Porque, al hablar de amor, no se habla, prioritariamente, de un movimiento sensible, de un sentimiento o una emoción, sino de una certeza: la certeza de la no-separación.

Al amar, vivimos en la verdad de lo que somos, aunque ni siquiera pensemos en ello. De ahí que nos sintamos encajados, unificados, plenos. Si prestamos atención, advertiremos que, hablando con rigor, es el amor quien vive en nosotros, fluyendo hacia los demás y hacia la misma naturaleza. El amor -como la comprensión, como la vida-, sencillamente, es. Lo que sucede, por nuestra parte, es que podemos reconocerlo y vivirnos desde él o, por el contrario, blindarnos en un yo que busca, por encima de todo, su propio interés.

Así como el amor nos plenifica, al desconectar de él, nos sentimos dislocados. Probablemente afanados en sentirnos mejor, buscando compensaciones sustitutorias que otorguen al yo una sensación de control sobre la realidad. Pero todo ello seguirá dejándonos vacíos. Solo el amor -solo la verdad- es plenitud.

El amor, por ser uno con lo que es, no deja nada fuera. Hablamos, con razón, del amor a uno mismo, a los otros, a la naturaleza… Para saber si estamos o no en conexión con él, basta preguntarnos cómo nos sentimos habitualmente: ¿más plenos o más vacíos?

En el mismo sentido, el test que nos permite poner luz en nuestra vivencia puede formularse en forma de pregunta: ¿desde dónde me vivo?, ¿qué busco, aun de manera inconsciente, en lo que hago?

Finalmente, entre los diferentes medios que pueden ayudarnos a reconocernos como amor y a vivirnos desde él, me parece muy importante darnos tiempo para dejárnoslo sentir y, de ese modo, impregnarnos de él. De cara a avanzar en ese objetivo, puede ser útil cualquier práctica psicoafectiva. En mi caso concreto, me ayudó notablemente y me sigue ayudando el dejarme sentir y saborear el amor cierto de una persona querida. En la medida en que le dedico tiempo, noto como algo dentro de mí se ensancha y crece la capacidad de amar. Y al mantenerme en ello, llego a notar que el amor no nace en esa persona de la que lo recibo, sino de la misma Realidad, que es amorosa. Esa persona era un cauce -de valor impagable- del Amor que nos sostiene en todo momento, del Amor que es y somos.