Semana 20 de marzo: ¡DISFRUTA DE LO QUE NO TE GUSTA!

Ya eres lo que estás buscando

 

 

¡Disfruta, amigo, de aquellas cosas
(gentes, tareas o circunstancias),
que habitualmente te desagradan
o te generan disonancias!:

 

¿el compañero denso y pesado?…,
¿la vida diaria con su rutina?…,
¿pagar impuestos…, pasear al perro…,
o las tareas de la oficina…?

 

¡Puedes hallar, en medio de eso
que tanto cuesta sobrellevar,
un suave gozo…, un tenue encanto…,
un regocijo particular…!

 

¿Parece loco, parece necio,
o alguna idea nigromántica?,
¡y sin embargo esa es la clave
para tu nueva vida cuántica!

 

Y no se trata de “convencerse”,
o de actitudes extravagantes…,
se trata de algo sereno y bello…:
¡abrir las hebras del instante!

 

Cuando penetras en “el ahora”,
-sea lo que sea que estés viviendo-,
haces a un lado la periferia
y eres consciente del “estar siendo”…

 

Te abres al flujo de ese momento,
en forma entera, completamente,
¡y ya no importa lo de allí afuera
cuando consigues “estar presente”!

 

¡Sientes la Vida…, sólo la Vida!,
sin preconcepto…, sin juicio alguno,
sin requisitos ni expectativas…,
¡y con la Vida te vuelves uno!

 

Todo de pronto resulta bello
ante esa forma de percepción,
¡y cada trazo vale la pena
porque es un trazo de la Creación!

 

Has conseguido rozar el núcleo,
el hilo vivo del entramado,
¡y es transparente… y es exquisita
la sensación de “haber llegado”…!

 

Y entonces hagas lo que hagas,
y estés, amigo, con quien estés,
y te suceda lo que suceda…,
¡ya no te llega su “pesadez”!

 

¡Descubrirás alborozado
que cualquier sitio es “el” lugar…,
cualquier tarea es “la” tarea…,
y cualquier plato es “el” manjar!,

 

cualquier persona, es “la” persona…,
cualquier labor es “la” labor…,
¡porque habrás hecho del momento,
un escenario superior!

——
Jorge Oyhanarte

http://www.poesiasdelanuevaenergia.com

Semana 13 de marzo: SEMANA SANTA: LA PARADOJA HUMANA

No morimos

 

La celebración de la Semana Santa –más allá de las formas de expresión que ha ido adoptando a lo largo de siglos- pivota en torno al misterio central de la existencia humana, tal como aparece en el mundo manifiesto: el movimiento de muerte-resurrección: todo lo que ha nacido, morirá; y solo la muerte permite un nuevo nacimiento, porque –como decía Jesús- “si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto” (Jn 12,24).

De ese acontecimiento –como de cualquier otro-, caben varias lecturas.

 

  • En un plano mítico, se hacía fundamentalmente en clave expiatoria: la muerte de Jesús en la cruz es el medio querido por Dios para expiar nuestros pecados –fundamentalmente, el “pecado original”- y, de ese modo, recuperar la amistad divina. En esta perspectiva, Jesús es el “enviado celeste” que entrega su vida para salvar a toda la humanidad.

 

  • En el plano histórico, la cruz es consecuencia del poder despótico, religioso y político, capaz de eliminar a una persona inocente porque, sencillamente, les molestaba. Jesús asume la cruz como consecuencia de la fidelidad a su propio mensaje y la vive en actitud de entrega amorosa.

 

  • En un plano ético, La cruz proclama el compromiso de luchar por la justicia, poniéndonos, amorosa y eficazmente, del lado de los crucificados. Es lo que vimos en la persona de Jesús, cuya existencia estuvo marcada por la compasión y la predilección por los últimos.

 

  • En el plano simbólico o profundo, pueden apreciarse diversos significados. Por un lado, habla de aquel misterio central al que me refería más arriba, y que nos atraviesa constantemente: muerte y resurrección son las dos caras de la misma realidad aparente. En todo momento, de una manera consciente o no, estamos muriendo y resucitando: desde las células de nuestro organismo hasta nuestras ideas, todo se halla en proceso de constante cambio. El cambio constituye, de hecho, la ley que rige el mundo de las formas.

En segundo lugar, la cruz –así leída- es una invitación a vivir la muerte –cualquier muerte- de tal manera que sea oportunidad para que germine la vida en una nueva resurrección. Y eso ocurre cuando asumimos el cambio desde la consciencia de lo que somos, en aceptación lúcida y en coherencia con el fluir de la propia Vida que en él se manifiesta.

En tercer lugar, la cruz es símbolo de “muerte del yo”: cuando el yo es “crucificado”, se abre camino la “resurrección” a nuestra verdadera identidad. No se trata, ciertamente, de actuar contra el yo, sino de dejar de identificarnos con él y vivir como si él constituyera nuestra identidad.

 

Es aquí donde se aclara la paradoja, al comprender que tanto la muerte como la resurrección son solo formas complementarias que emergen de aquella Realidad profunda que transciende y, por eso, resuelve toda paradoja: no somos ninguna de las formas que cambian, sino Aquello previo a todo cambio, en cuyo seno se produce el despliegue cambiante de la historia y de los acontecimientos.

 

Como dijera Jesús, lo que somos es no-nacido –“antes de que Abraham naciese, Yo soy” (Jn 8,58)- y es uno con la Fuente: “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30). Por eso, “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9).

 

La cruz constituye, por tanto, una invitación a reconocer las dos caras de lo manifiesto –siempre en proceso de nacer y morir y volver a nacer-, abrazadas en la No-dualidad de lo que es. Y percibir esa doble realidad en nosotros mismos, que en cada momento estamos también naciendo-muriendo, pero que, al mismo tiempo, somos lo no-nacido, Aquello que, sencillamente, es.

 

Nos percibimos como una paradoja, pero somos la totalidad. Nos experimentamos como individuos limitados y temporales, sometidos al nacimiento y a la muerte, pero nuestra verdadera naturaleza es la plenitud infinita y eterna; nos experimentamos llenos de sombras y de sufrimiento, pero nuestra identidad última es gozo luminoso.

 

Y no se trata de una “creencia” más en la que el yo buscara consuelo, sino de la certeza que se nos regala cuando aprendemos a acallar la mente separadora y conectamos con el “conocimiento silencioso” en el que saboreamos Aquello que somos.

Semana 13 de marzo: LA GENTE FELIZ NO SUELE CONSUMIR

Consumo

 

Serge Latouche,  filósofo y economista del decrecimiento

Crónica de Gabriel Asenjo, en Diario de Navarra.

 

Propone vivir mejor con menos. Profesor emérito de Economía en la Universidad París-Sud, es una de las voces mundiales del llamado movimiento por el decrecimiento.

 

Nacido en Vannes (Francia) hace 70 años, ante un público que le escuchaba sentado hasta en los pasillos de acceso al salón de actos del Colegio Mayor Larraona de Pamplona, subrayaba ayer noche que el actual ritmo de crecimiento económico mundial es tan insostenible como el deterioro y la falta de recursos en el planeta.

 

Invitado por el colectivo Dale Vuelta-Bira Beste Aldera, y bajo el título de su conferencia El decrecimiento, ¿una alternativa al capitalismo? , reclamó que la sociedad establezca una autolimitación de su consumo y de la explotación medioambiental. Desde su punto de vista no se trata de plantear una involución sino acoplar la velocidad de gasto de los recursos naturales con su regeneración.

 

Especialista en relaciones económicas Norte/Sur, premio europeo Amalfi de sociología y ciencias sociales, su movimiento decrecentista, nacido en los años 70 y extendido en Francia, defiende la sobriedad en la vida y la preservación de los recursos naturales antes de su agotamiento. A su juicio, si el decrecimiento no es controlado «el decrecimiento que ya estamos experimentando» será consecuencia del hundimiento de una forma de capitalismo insostenible, y además será desmesurado y traumático.

 

Una bomba semántica. Afirma Serge Latouche que el término decrecimiento es un eslogan, «una bomba semántica provocada para contrarrestar la intoxicación del llamado desarrollo sostenible», una forma de pensamiento, la sostenibilidad, extendida por el economicismo liberal de los años ochenta, y que propicia pagar por todo, «por ejemplo, en el caso del trigo, obliga a pagar por los excedentes, por su almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes». «Deberíamos hablar de A-crecimiento», dijo como una invitación hacia la reflexión sobre nuestro estilo de vida, incluso sobre la exhibición de los superfluo y el enriquecimiento desmesurado.

 

Desde su punto de vista «vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos», lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad. «Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños», agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, «la gente feliz no suele consumir».

 

Sus números como economista aseguran que le dan la razón: cada año hay más habitantes en el planeta a la vez que disminuyen los recursos, sin olvidar que consumir significa producir residuos y que el impacto ambiental de un español equivale a 2,2 hectáreas, y que cada año se consumen 15 millones de hectáreas de bosque «esenciales para la vida». «Y si vivimos a este ritmo es porque África lo permite», subrayó. Para el profesor Latouche, cualquier tipo de escasez, alimentaria o de petróleo, conducirá a la pobreza de la mayoría y al mayor enriquecimiento de las minorías representadas en las grandes compañías petroleras o agroalimentarias.

 

Trabajar menos y producir de forma inteligente. Tachado por sus detractores de ingenuo, postuló trabajar menos y repartir el empleo, pero trabajar menos para vivir y cultivar más la vida, insistió. Desde un proyecto que calificó como «ecosocialista», además de consumir menos, la sociedad debería consumir mejor, para lo cual propuso producir cerca de donde se vive y de forma ecológica para evitar que por cualquier puesto fronterizo entre España y Francia circulen hasta 4.000 camiones a la semana «con tomates de Andalucía cruzándose con tomates holandeses». Finalizó con una alabanza al estoicismo representado en España por Séneca: «No se obtiene la felicidad si no podemos limitar nuestros deseos y necesidades«.

 

Semana 6 de marzo: HAY VIDA MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA

Remolino

 

Los postulados básicos del materialismo (y del cientificismo) son creencias metafísicas absolutamente indemostrables y peligrosamente reductoras. ¿En nombre de qué se puede sostener que no existe sino lo que puede ser comprobado “científicamente”? ¿Quién decide los límites de lo real? ¿Qué fundamento tiene la afirmación de que la razón es el modo supremo de conocimiento? ¿Dónde se apoya la arrogancia de que fuera de la ciencia no hay verdad?…

No es que se rechace la ciencia, sino únicamente sus pretensiones absolutistas. La ciencia es una herramienta extraordinaria para operar en el mundo de los objetos. Y la razón crítica constituye un logro irrenunciable de la humanidad. Los llamados “maestros de la sospecha” (Nietzsche, Marx, Freud) nos abrieron los ojos para ver que las cosas no son lo que parecen y que haremos bien en someter a crítica todo tipo de creencias.

Pero esto mismo vale también para la ciencia (a no ser que se arrogue un estatus “religioso” de intocabilidad). Y es al aproximarnos a ella desde una actitud crítica cuando caemos en la cuenta de la trampa del cientificismo: ha olvidado que existe otro modo de conocer superior y previo a la razón.

El modo racional (mental, dual, cartesiano) funciona admirablemente en el mundo de los objetos, pero es incapaz de ir más allá; cuando lo intenta, no hace sino objetivar toda la realidad, reduciendo y empobreciendo nuestra percepción.

Existe otro modo de conocer (no-dual), que nos pone directamente en contacto con aquella dimensión de lo real que escapa a la razón y la ciencia. Este es el terreno de la espiritualidad; y a la capacidad para adentrarse en él se le está empezando a llamar “inteligencia espiritual”.

Cuando esta dimensión se olvida, se produce una amputación grave del ser humano, con consecuencias sumamente empobrecedoras para la vida de las personas, que son condenadas a una sensación de vacío y nihilismo. Es lo que ha ocurrido, en parte, en nuestro ámbito cultural: si bien la ciencia ha propiciado un desarrollo material inimaginable, el cientificismo ha empobrecido la experiencia humana hasta límites insostenibles.

Semana 28 de febrero: CUANDO LA CIENCIA SE CONVIERTE EN RELIGIÓN

Todos, maestros y aprendices

 

En una reciente tertulia radiofónica, tres participantes autoproclamados “científicos” abominaban de todo aquello que, viniera de donde viniera, no estuviera “científicamente demostrado”. En su arrogante desconocimiento, uno de ellos llegó a afirmar que “el psicoanálisis es una patraña” y que, en cualquier caso, “se hace urgente rechazar de plano todo lo que no pase el filtro científico”.

 

Es indudable que existen embaucadores que, con el fin de obtener un beneficio económico, y gracias a la credulidad de la gente, intentan colar como verdad lo que no es sino un camelo. Es cierto, igualmente, que ya no podemos renunciar a la razón crítica, si no queremos caer en la irracionalidad. Pero de ahí a establecer la ciencia como criterio último de verdad hay un salto, no solo inaceptable, sino profundamente nocivo. Cuando ese salto se ha dado, se ha caído en el cientificismo, el racionalismo, el positivismo, el materialismo… Y la ciencia se ha convertido en una pseudo-religión, con sus dogmas, sus ritos, sus altares y sus gurús. Y, como ocurre en las religiones, todo ello quedaba a salvo de cualquier cuestionamiento, porque aparecía revestido de la aureola sagrada de la verdad: “lo dice la ciencia” había sustituido a “es palabra de Dios”.

 

Los dogmas de esta nueva religión son muy simples y, como ocurre con todo dogma, se creen a priori, sin someterlos a ningún tipo de crítica. Los más básicos son los siguientes:

  • La ciencia es la única verdad, y fuera de la ciencia no hay verdad (salvación).
  • El modo supremo (o incluso único) de conocimiento es la razón.
  • Solo existe aquello que la ciencia puede verificar; todo lo demás son supersticiones.

 

Para los “fieles” de esta nueva religión, se trata de “evidencias”, y miran con desdén a quien se atreva a ponerlas en duda. Para quienes son capaces de tomar distancia, es claro que tales afirmaciones no son científicas, sino postulados metafísicos, es decir, creencias imposibles de falsar (y, por tanto, demostrar). Son, sencillamente, creencias pseudocientíficas sostenidas –en una paradójica ironía- por aquellos mismos tertulianos que abominaban de todo lo que fuera pseudocientífico.

Semana 28 de febrero: APRENDER DEL DOLOR

Crisis y transformación.1

Tony de Mello

 

 

  1. Las experiencias dolorosas tocan a todos los seres humanos, nadie puede sustraerse de ellas. Lo que cambia es cómo nos enfrentamos a ellas.
  1. Hay quienes convierten el dolor en sufrimiento, en cambio hay quienes lo convierten en una experiencia de aprendizaje que les servirá para vivir mejor.
  1. La infelicidad es producida porque a un suceso doloroso le agregas pensamientos equivocados; si pudieras desprenderte de esos pensamientos, el sufrimiento desaparecería.
  1. El dolor existe, es real. El sufrimiento, en cambio, es obra de tus pensamientos. Si sufres es que estas dormido, porque el sufrimiento es producto de tu sueño.
  1. No es la vida lo difícil, eres tu quien la vuelve difícil.
  1. El sufrimiento es un deseo no cumplido, es un desear que las cosas ocurran como tu quieres que ocurran, o que las personas se comporten como tu quisieras, y al no ser así, el deseo choca con la realidad y de esta fricción surge el sufrimiento.
  1. La paz se alcanza cuando abandonamos esa actitud de apego por las cosas, por las personas. En esa actitud se tiene que ser constante y se tiene que tener paciencia. No hay formula instantánea para la paz. Es necesario buscarlo con tranquilidad.
  1. La mayoría de nosotros vivimos con tensiones y molestias; si esto te sucede, cierra los ojos y recorre lentamente tu cuerpo sintiendo cada una de sus partes, respira suavemente. Esto te relajará.
  1. En ocasiones no perseguimos cosas materiales, pero estamos preocupados por nuestra salud. Si vivimos apegados a nuestra salud, también esta puede ser causa de sufrimiento.
  1. Cada persona enfrenta de manera diferente un problema de salud. Hay quienes se aferran a la vida y sufren; hay quienes ven el proceso de enfermar como una experiencia de aprendizaje y no sufren.
  1. Cuando alguien no cumple lo que prometió, cuando alguien te rechaza, cuando alguien te abandona, esa persona no te está lastimando, no te estaá hiriendo. Son tus pensamientos los que te lastiman. La única razón de tu sufrimiento son tus ideas acerca de cómo deberían comportarse las personas en relación a ti.
  1. No sufres por lo que otros hacen, sino por la expectativa de que ellos se comporten según tus deseos, creyendo que tus ideas son las más correctas. Si ellos violan tus expectativas, son tus expectativas las que te hieren.
  1. Disminuye tus expectativas sobre las personas y tendrás tres resultados:
    • Quedarás en paz.
    • Las personas seguirán comportándose como son y esto no te
      acarreará el más mínimo sufrimiento.
    • Tendrás más energía para hacer lo que quieras pues no estarás
      gastando tu tiempo esperando que los otros vivan de acuerdo a los
      planes que tú trazaste.
  1. Solemos reaccionar ante las imágenes que reflejan los otros de nosotros mismos. Vemos en el otro lo que deseamos (lo idealizamos) o ponemos en él nuestro miedo (lo rechazamos) y así nos impedimos conocer al otro en su realidad.
  1. Las ofensas y los juicios de los demás sobre ti hablan más de la forma de pensar de ellos que de ti. No le des a otra persona el poder de perturbarte, el poder de decidir si vas a estar triste o alegre.
  1. Para vencer esto, es necesario desintoxicarte: llama a las cosas por su nombre, piensa de quién necesitas aprobación, observa cómo frente a esa persona pierdes la libertad, piensa en quién necesitas para atenuar el dolor de tu soledad, observa cómo frente a ella no puedes decidir, pierdes la libertad. Ahora busca la soledad, mantente lejos de las multitudes; al principio será doloroso, pero después el amor renacerá.
  1. Tú mantienes muchas cosas para sentirte seguro, buscas prestigio, reconocimiento o aceptación porque te sientes inseguro, pero cuando lo dejas, descansas y paradójicamente entonces sí sientes seguridad.
  1. El dolor y la felicidad son como la oscuridad y la luz. La oscuridad no existe; es solo un periodo en el que se percibe menos la luz. Libérate de rótulos, deseos, ideas y podrás percibir la felicidad.
  1. Entiende el origen de tu sufrimiento y tendrás la cura; si no lo entiendes, no dejaras el sufrimiento.
  1. No sientas vergüenza por nada que hayas hecho en el pasado.
  1. Piensa en todo esto, piensa en lo que tienes y lo que no tienes; de ahí vendrán las fuerzas para enfrentar los conflictos.
  1. No es todo lo que tenemos, sino lo que disfrutamos lo que nos hace felices. Solo podemos disfrutar cuando no tenemos miedo a las pérdidas. Y nos volvemos libres cuando tomamos conciencia de todo aquello que no nos puede ser quitado o robado ni por los otros, ni por nosotros mismos.
  1. Si deseamos ser felices lo podemos lograr ahora, pero si deseamos ser más felices que antes, o que otros, eso no lo podemos lograr porque eso es un apego, porque las felicidades no se pueden comparar.
  1. El sufrimiento que padeces es el equivalente a tu resistencia a la realidad. El resistirte hace que choques con la realidad; revisa tus planteamientos para que se ajusten a la realidad. Si lo comprendes, crecerás: en caso contrario sufrirás sin remedio.
  1. No te apegues a la liberación, porque esta no es aprensible. Solo tienes que ver las cosas como son. Las cosas serán cuando deban ser, por mucha prisa que te des. La realidad no es algo que se pueda forzar ni comprar. Se trata de ver la realidad tal como es. Lo cierto es que ya estás en ella, siempre has estado, pera la buscas como el pez que iba como loco buscando el océano.
  1. La felicidad siempre está ahí pero a veces no somos capaces de observar el tesoro en el que estamos parados.

(Anthony DE MELLO, El camino hacia la felicidad, Editorial Lumen. Extractos).
Crisis y transformación.2