Semana 24 de abril: ¿QUIÉN SOY YO?

Vivir

Buscarse en el abismo o en la lágrima.

Abrirse a descubrir lo que se ignora.

Conocer sabiendo que no somos lo conocido.

Conocer desconociéndose, desnombrándose.

¿Quién soy yo? … ¿quién quiere saberlo?

Al final, emerge un silencio sin respuesta

que ya estaba en el principio.

Viajamos lejos, largo es el sueño, y el retorno,

hondo el sentimiento.

Nos guían las sombras, pero lo hacen ciertamente.

Sombras de la luz, huellas lúcidas de ser.

No vemos, pero no dejamos de ver,

No entendemos, pero algo nos entiende.

No sabemos, y por eso somos conocimiento.

En la noche, fresca y clara,

una mirada ve por nuestros ojos.

Nos mira de una nueva forma,

descubre belleza en todos los rostros,

amor en la dificultad, sostén en la caída.  

¿Quién nos mira?…, ¿quién quiere saberlo?

Nada interroga nada aunque resuenen las preguntas.

Nunca existió la incertidumbre.

La vida se vive a sí misma, transcurre.

Solo es cierto que somos,

más allá de la búsqueda y en ella,

más allá del dolor y aún más en él.

Largo es el sueño,  y dura un instante,

en ese instante verdadero,

en ese conocerse del amor,

¿Quién crees que soy yo?

Alicia Martínez

Semana 17 de abril: EL PSEUDO-AMOR

Amor y miedoEn una parodia del Amor como la Realidad, el amor es a menudo representado en la cultura popular como más atormentado que la paz. Somos testigos, por ejemplo, del triste lamento del amor perdido, no correspondido, o del amor secreto en las canciones de «amor» populares y la música country. De hecho, la tasa de suicidios entre los devotos de la música country es más elevada que la del público en general. Muchos cantantes se han convertido en sufridores profesionales en un esfuerzo por hacer que su música suene más auténtica. Y la historia de amor en el cine es a menudo una agonía de éxtasis, inseguridad, culpabilidad, hasta que la historia termina en matrimonio –si no en el primer matrimonio, en el próximo… o el siguiente…

Las relaciones de amor personales han sido llamadas «relaciones especiales» porque solo ocurren entre determinadas personas en circunstancias especiales. Son condicionales y cambiantes, pero todas son una forma de esclavitud porque siempre están infectadas por luchas de poder y están siempre plagadas de culpabilidad.

Además, puesto que son relaciones de trueque, dependen de la satisfacción mutua de las expectativas y demandas. Cuando estas se cumplen, hay gratificación temporal, gratitud, y mejora de la autoestima, pero cuando son ignoradas o rechazadas, hay consternación, rechazo y culpabilidad.

Puesto que las relaciones de trueque pueden sobrevivir  mientras cada una de las partes tiene, y está dispuesto a dar, algo que el otro quiere, muchas relaciones de amor personales terminan en desilusión. Otros, después de largos períodos en parte de expectativas cumplidas y en parte de decepción, se acomodan con aceptación resignada. Y aún otros, después de haber sobrevivido a su primera especialidad, se acercan a la naturaleza incondicional del amor no-dual.

En el amor romántico, la tan buscada «alma gemela» es una ilusión, siendo la proyección de los deseos y necesidades de una persona en otra, que parece ser la mitad que falta de una dualidad («atracción de opuestos»).

Irónicamente, cuando el alma gemela finalmente es encontrada y poseída, el ego se siente aún más necesitado e incompleto. (Aquí, vamos a hablar como si existiera el ego, aun a sabiendas de que no existe.)

Se teme la pérdida de ambas, la del otro y la de uno mismo. La culpabilidad y la ansiedad se consideran como una parte necesaria de este «amor», por su intensidad («el amor duele»), y como instrumento para manipular al otro («si realmente me amas, deberías… »). A fin de no perder al otro, el ego puede llegar a ser neuróticamente dependiente («No puedo vivir sin ti») o estar arrepentido («por favor perdóname»), o hacerse promesas («nunca volveré a hacerlo»). Y pueden tratar de recuperar su perdida autoestima provocando celos («si no me quieres, encontraré a alguien que me quiera») o menospreciando al otro («sin mí tu serías nada»).

El amor como práctica es necesariamente dualista a causa de la supuesta separación entre el amante y el amado. El propósito de esta práctica es, en última instancia, ver lo que es el amor no-dualista. El amor como práctica se presenta como la mitad del dualismo amor/odio, por lo que el practicante se siente a menudo fracasado, frustrado, culpable y temeroso hasta que se ve que el Amor no-dualista no es algo que puedas hacer. El Amor solo es.

Nisargadatta afirmaba: «No pretenda que ama a los demás como a usted mismo. A menos de que se haya dado cuenta de que son uno con usted mismo, no puede amarlos. No pretenda ser lo que usted no es, no rechace ser lo que usted es. Su amor a los demás es el resultado del conocimiento de sí mismo, no su causa. Sin la realización del Ser, ninguna virtud es genuina. Cuando sepa más allá de toda duda que la misma vida corre por todo lo que es y que usted es esa vida, amará todo natural y espontáneamente. Cuando usted se da cuenta de la profundidad y plenitud de su amor de usted mismo, sabe que todos los seres vivos y el universo entero están incluidos en su afección. Pero cuando usted mira a algo como separado de usted, no puede amarlo pues tiene miedo de ello. La alienación causa miedo y el miedo depende de la alienación. Es un círculo vicioso. Solo la realización del Ser puede romperlo».

Stanley SOBOTTKA, Un curso de consciencia, en:

         http://www.advaitainfo.com/curso/index.html, p.210.

Semana 10 de abril: TRAS EL VI FORO DE ESPIRITUALIDAD DE ALCOY

Alcoy, presentaciónRecién terminado el VI Foro de Espiritualidad de Alcoy, quiero haceros llegar la sensación de lo vivido, así como unos textos breves que comentó –y nos regaló- una de las ponentes, Teresa Guardans.

 

El Foro fue, una vez más, espacio de vida compartida y fluyendo en y a través del grupo; Gozo y Gratitud a raudales. Es indudable que todo lo vivido hizo posible que –como rezaba el título del mismo- saboreáramos el Ser un poco más. En ese espacio, se hace más sencillo acallar las voces de la mente y, gracias al fluir de energía entre todos los participantes, acceder a nuestra “casa” común y permitirnos anclarnos en ella.

Enrique Martínez facilitó algunas claves para “soltar”, como condición  para ser. Teresa Guardans se refirió a la metáfora universal del tesoro escondido, otro nombre de nuestra casa. Matilde de Torres nos motivó para vivir el paso de la conciencia de separación a la conciencia de unidad. Manel Ballester nos introdujo con maestría en la “medicina energética” y todo lo que esa apertura encierra de promesa. Y Fidel Delgado compartió la sabiduría por los caminos de la humildad y del humor, que transita con tanta facilidad.

 

Todos los miembros de la Asociación DAAT merecen un reconocimiento especial, por su esmero en la preparación y desarrollo del Foro.

 

Avisaré cuando las ponencias aparezcan en la web de la asociación. Entre tanto, os dejo los textos que nos comento Teresa, a los que antes me refería.

 

LA METÁFORA UNIVERSAL DEL TESORO ESCONDIDO

“¡Te saludo a ti, mi propio ser, que lo eres todo! El ser es todo en todo y existe en todas las cosas, como la fragancia existe en las flores y el aceite en la semilla de sésamo. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma! No hay diferencia entre tú y yo: tú eres yo, yo soy tú. Te saludo, ¡oh ser! y te celebro. Tú eres la realidad. ¡Saludo al ser sin forma!”

 

Fragmento del Yoga Vasishtha.

 

 

“Las gentes ignoran la piedra preciosa. Pero cada uno la posee, profundamente escondida en la conciencia. ¡Despójate por ti mismo de los andrajos que ocultan este tesoro!”

 

         Shodoka (siglo VI).

 

 

Nisargadatta: Usted está tan cegado con lo personal, que no ve lo universal. Esta ceguera no acabará por sí misma, debe ser eliminada hábil y deliberadamente… A medida que se sumerja profundamente en sí mismo en busca de su verdadera naturaleza, descubrirá que solo su cuerpo es pequeño y solo su memoria es corta, mientras que el vasto océano de la vida es suyo… Busque y descubrirá la Persona Universal que usted mismo es.

Pregunta: No me veo a mí mismo como usted me ver; ¿qué debo hacer?

 

Nisargadatta: A un príncipe que se cree mendigo, solo puede convencérsele de un modo: tiene que comportarse como un príncipe y ver lo que sucede. Compórtese como si fuera verdad lo que yo digo, y juzgue por lo que realmente suceda. Lo único que le pido es la poca fe que se necesita para dar el primer paso. La confianza llegará con la experiencia y ya no me necesitará a mí. Compórtese como si fuera la conciencia pura. More en ella, aprenda a aceptar la realidad de la conciencia pura… Contemple la vida como infinita, siempre presente, siempre activa, hasta que se dé cuenta de que eso uno con ella…

¿Qué es un ser universal, no como concepto, sino como modo de vida? No separar, no oponer, comprender y amar todo cuanto entra en contacto con uno, eso es vivir universalmente. Poder decir con verdad: yo soy el mundo, el mundo soy yo, en el mundo estoy en mi hogar, el mundo me pertenece. Toda existencia es mi existencia, toda consciencia mi consciencia, toda aflicción mi aflicción y todo gozo mi gozo: esto es la vida universal… La actitud general será de un desapego afectuoso, de una enorme buena voluntad sin esperar nada a cambio, un constante dar sin pedir nada”

 

(Fragmentos de Yo soy Eso. Conversaciones con Nisargadatta Maharaj).

 

 

“Solo quien se sumerge en el mar puede encontrar la perla” (Rumi).

 

 

“Entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que podemos nosotros hacerlo” (CP 49,3). Pues es ansí que tenemos el cielo dentro de nosotros ((CP 50,1).

Dejaos de ser bobas… Déjese de unos encogimientos que tienen algunas personas, y piensan que es humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey os hace una merced no tomarla; sino tomarla y entender cuán sobrada os viene y holgaros con ella (CP 43,1).

 

Teresa de Jesús, Camino de Perfección.

 

 

“Todas las obras del santo encierran su sabiduría, y el deseo del Santo es que sea conocida. Pero solo se muestra a los amantes. Estos ven el misterio supremo a través de las formas y las vestiduras. Los demás, solo ven la superficie”

 

Rabí Moisés sem Tob (s. XIII).  

 

 

“En los montes Vindhya había un aldeano muy rico y bastante avaro, llamado Kirita, que perdió una moneda de cobre, una moneda de poco valor. Comenzó a buscarla desesperadamente entre los espesos matorrales mientras pensaba: «Con esta moneda podré hacer algún negocio y obtendré cuatro monedas y después ocho y después más y más». Buscó la moneda durante tres días, sin darse cuenta de que la gente se reñía de él por perder el tiempo con esas ideas y buscando una moneda de poco valor. Al cuarto día, en lugar de la ansiada moneda, encontró una preciosa gema. La tomó y volvió a su casa donde vivió felizmente el resto de sus días.

¿Qué es lo que le hizo encontrar aquella piedra preciosa? El avaro Kirita no habría encontrado la piedra preciosa si no hubiera buscado tenazmente su miserable moneda de cobre durante tres días”

 

Yoga Vasishtha.

 

 

Y termino con el texto que se nos leyó en unos de los “silenciamientos” del Foro:

 

“El estado natural no es algo que puedas lograr, comprender, ganar u obtener.

No puede ser dado ni puede ser quitado.

Es la simplicidad del Ser mismo, tu propio Ser, algo que siempre has conocido con más intimidad que el nombre humano que te dieron en tu niñez.

Está más cerca que tu respiración.

Es el estado último del cual surgen todos los demás estados, el estado adonde todos los estados regresan a descansar, el estado sin estado, el «siempre tan» inalcanzable estado.

No lo busques; simplemente sé”

 

Jeff Foster.

Alcoy, 10.04.2016

Semana 10 de abril: EL ENGAÑO QUE NOS IMPIDE VER

Meditar para verLa mente en un gran baúl de etiquetas: “agradable / desagradable”, “bonito / feo”, “importante / insignificante”, “amigo / enemigo”… En realidad, pensar no es otra cosa que sobreimponer nombres y formas a la realidad.

 

Con frecuencia, en el uso de las etiquetas de que dispone, la mente busca proteger al yo, responder a sus necesidades y fortalecerlo en su (ilusoria) sensación de identidad separada.

 

La mente se afana en esta tarea especialmente cuando el yo se ve amenazado, lo cual suele ocurrir con frecuencia en el campo de las relaciones interpersonales.

 

Para defenderse, autoafirmarse o destacar, el yo echa mano de etiquetas que tienden a descalificar a los otros. De ese modo, obtiene una sensación de seguridad y de superioridad, en las que se amuralla para tratar de exorcizar la inseguridad que lo atenaza.

 

 

Con ese modo de hacer, el yo fortalece, simultáneamente, su tendencia a la separación y a la rutina. Por lo que, en la medida en que nos identificamos con él, nos privamos de vivir la unidad que somos e impedimos experimentar la novedad del presente.

 

Necesita de la separación y del contraste –vive en la permanente comparación-, porque solo de ese modo puede autoafirmarse: viendo a los demás “frente a” él. Si la persona se instala en ese engaño, queda cegada para percibir la unidad que compartimos.

 

Por otro lado, se acomoda a la rutina, que le proporciona cierta sensación de seguridad, porque pensar no es sino poner nombres (conocidos) a todo lo que acontece. Por eso, cada vez que “etiquetamos”, nos cerramos a la novedad única que una persona o un acontecimiento encierran.

 

La consecuencia es clara: se incrementan la soledad y el aburrimiento. Es el destino del yo. Pero, dado que esas sensaciones también le incomodan, se verá lanzado de un modo compulsivo a buscar compensaciones, por la vía de la “distracción” permanente. Distraído y narcotizado, el yo tratará de sobrevivir, en una especie de noria hedonista, que no le conduce a ninguna parte, como no sea a incrementar el sufrimiento.

 

La identificación con la mente nos encierra en una prisión, hecha de ignorancia, en la que nos reducimos a circunstancias impermanentes, viviendo desconectados de nuestra verdadera identidad.

Semana 3 de abril: UN GIRO COPERNICANO EN EL MODO DE CONOCER

Atención, la llave maestraTanto en las discusiones en torno a la ciencia, como en las que ocurren en el ámbito de la religión, sería bueno partir del reconocimiento expreso de lo que realmente se halla en juego. De otro modo, parece inevitable que se sucedan los enfrentamientos y controversias estériles en torno a “mapas” y “etiquetas”, que nos lleven a confundir nuestras creencias con la verdad.

 

Y lo que se halla en juego no es algo baladí. Se trata, nada menos, que de un cambio en el modelo de cognición. Probablemente, el giro más revolucionario de esto que llamamos “postmodernidad”.

 

Venimos de un modelo mental, dual, egoico o cartesiano. Tal modelo, basado en la dualidad inicial sujeto/objeto, perceptor/percibido, se revela adecuadamente operativo en el mundo de los objetos. Sin embargo, ese es también su límite. Dado que pensar es sinónimo de objetivar, cuando desde ese modelo queremos aproximarnos a realidades que no son “objetos”, el modelo se colapsa y nos engaña. Naturaleza, seres humanos, vida, verdad, realidad, “lo que es”, Dios… Se trata de realidades inobjetivables: “lo que es” no puede ser pensado. Al hacerlo, toda la realidad queda separada, fraccionada y, de ese modo, distorsionada.

 

Basta salir del estrecho cerco del modelo mental para captar su engaño y su trampa. Para empezar, podemos recurrir a la imagen (metáfora) del océano y las olas. El modelo mental se detendría exclusivamente en la singularidad de cada ola, absolutizando la separación entre ellas y olvidando la naturaleza común de agua, que comparten.

 

Sin embargo, hay otro modo de ver, desde la no-dualidad. Y ahí las cosas cambian por completo. Esa nueva visión nace de otro modo de conocer, el modelo no-dual, que se basa en la aproximación no-mental a lo real. Se trata de una aproximación respetuosa a “lo que es” en la que, silenciada la mente, acogemos el Misterio que se muestra, nos reconocemos y descansamos en él.

 

Volviendo a la metáfora antes aludida, desde el modelo no-dual, se advierte, antes que nada, el agua que constituye, conforma y se expresa en cada una de las olas. La perspectiva cambia radicalmente.

Semana 3 de abril: LA DIMENSIÓN ABSOLUTA, COMO UN RÍO DE FONDO…

Mente abiertaLa noticia de la dimensión absoluta de la realidad, que todo humano, de una forma explícita o implícita, tiene, despierta el interés por ella. Para poderla observar e indagar es siempre necesario callar el griterío continuo que hay en nuestro monólogo interior. El monólogo interior obedece a los deseos/temores y va y viene continuamente entre los recuerdos y las expectativas.

Podríamos decir que la vida cotidiana de nuestro pensar y sentir es atender a la situación que nos rodea, siempre desde la perspectiva de los deseos, modelados por los recuerdos y expectativas.

En la vida cotidiana de la mayoría de las personas la dimensión absoluta se mantiene siempre solo como un ruido de fondo no consciente claramente, cuyo único resultado es que nuestros deseos y expectativas sean insaciables.

Los animales, que tienen un único acceso a lo real, carecen de deseos insaciables.

El ruido de fondo se manifiesta como una añoranza o una insatisfacción que impide que, como los animales, nos aquietemos con la satisfacción de nuestras necesidades básicas.

El ruido de fondo que proviene del acceso oscuro a la dimensión absoluta de lo real es la raíz, no reconocida, de nuestra perpetua insatisfacción. Pocos son los humanos que están satisfechos con lo que tienen; siempre buscamos más. Ya lo dijeron los sabios, y cada uno de nosotros puede comprobarlo: el deseo humano es insaciable.

 

Estas consideraciones lo único que hacen es recoger datos.

Quien quiera poner en el primer plano de su mente y de su sentir esa dimensión absoluta de lo real, porque se interesa, de una forma u otra, por ella, tendrá que apañárselas para callar el griterío de la mente y del sentir. Callar el constante monólogo interior es silenciarlo.

Silenciarlo no es siempre eliminarlo por completo, porque ese constante monólogo tiene una función importante para la supervivencia; una función de indagación del medio visto desde la perspectiva de los fracasos y éxitos que en el pasado se tuvieron y desde la expectativa de solucionar las carencias, evitando los errores del pasado. Esa es la función de las expectativas.

Silenciar el monólogo constante interior es apartar del primer plano de la atención de la mente y del sentir el deseo y toda la corte de sus acompañantes.

Quien, conociendo la estructura de sus deseos y temores, la deja a un lado, -que equivale a silenciarla-, abre la posibilidad de desidentificarse de ella. Desidentificándose de esa estructura azarosa de deseos y temores puede ejercitar su mente y su sentir desde la gratuidad y acercarse a “eso absoluto que todo es”.

Quien silencia sus deseos/temores deja de vivir desde ellos e identificado con ellos y puede, así, vivir desde la dimensión absoluta de su existir. Esa dimensión absoluta de su existir no es nada externo a él, sino que forma parte de su realidad propia. En verdad esa dimensión absoluta es su naturaleza original, porque su propia naturaleza no es la interpretación que hace de sí mismo desde los deseos/temores y las expectativas.

Lo que descubre quien silencia su deseo es que su realidad no es su modelación.

Quien descubre que su realidad no es la modelación que hace de sí mismo, sino eso “otro” de su modelación, ese puede residir e identificarse con la realidad absoluta que es.

Quien se asienta, no en la interpretación que hace de sí mismo, sino en la dimensión absoluta que todo es, comprende que no ha venido a este mundo, que es esta inmensidad, porque la modelación que hace de ella regida por la necesidad y su vocero el deseo solo está en nuestra mente y en nuestro sentir, no existe ahí fuera.

La modelación que hace de esta inmensidad una garrapata o un escarabajo, está en el sistema activo y perceptivo de esos insectos, no está ahí fuera. Igual ocurre con los humanos.

Lo que realmente es y lo que todo es, trasciende toda modelación, sea animal, sea humana.

Quien, comprendiendo su verdadera realidad, se asienta en ella y vive desde ella, -que significa pensar, sentir y actuar desde ella-, sabrá que no es ninguna individualidad.

Sabe que las categorías de sujetos y objetos son solo consecuencia de la interpretación que tiene que hacer de lo real para poder sobrevivir como animal necesitado que habla. Esas categorías son fruto de su modelación necesaria; como tales no están ahí.

Sabe que ni él es una individualidad, ni lo real es un mundo de sujetos y cosas.

Quien vive y se identifica con su ego y sus estructuras de deseos está sometido a un destino inflexible; está sometido a la estructura de deseos que le transmitieron sus mayores y que él mismo ha afianzado y confirmado con su obrar.

Quien ya no vive y no se identifica con su ego y sus estructuras, ese es libre del destino inflexible de la consecuencia de las acciones de sus mayores y de su propio actuar. No hay libertad verdadera más que cuando la dimensión absoluta entra en el horizonte de nuestras vidas. La necesidad, y las formaciones de deseos en las que se concreta, someten, aunque dejen cierto margen de variación.

Quien pone el fundamento de su mente y de su sentir en la dimensión absoluta, que es nuestra verdadera realidad, ese se sale de la separación, se sale de la dualidad que la necesidad precisa modelar para poder sobrevivir, y entra en la no-dualidad. En la no-dualidad no hay ni nacer, ni morir.

En la no-dualidad cesan los enfrentamientos y solo hay unidad, paz, interés y reconciliación plena con todo. La reconciliación plena no es conformismo, sino aceptación, no rechazo, no condena.

Quien utiliza su mente y su sentir desde la no-dualidad, sabe que no le falta nada, que no hay nada que conseguir. Continuará viviendo como un ser necesitado y simbiótico, pero con sobriedad y con total desprendimiento; con libertad, paz, y reconciliación.

La no-dualidad arrastra inevitablemente al interés y servicio a toda criatura; lleva a interesarse por la marcha de la sociedad, de la cultura, del medio y de todo ser viviente y no viviente.

La no-dualidad es unidad y la unidad es amor. El verdadero amor no es el sentimiento romántico, ni tiene ninguna conexión con la necesidad. El amor verdadero solo florece en la más completa gratuidad.

Quien comprende su verdadera realidad entenderá y sentirá que la realidad del mundo de sus interpretaciones, de sus modelaciones, no es otra que la realidad de “eso absoluto”.

Vivirá en profundidad que el mundo de nuestra dimensión relativa y el de nuestra dimensión absoluta no es una realidad con dos pisos, sino una única realidad que nuestra condición de vivientes necesitados que hablan precisa difractar para poder sobrevivir y cambiar cuando sea necesario o conveniente.

Vivirá la dualidad y la pluralidad como la forma en la que se presenta para nosotros la única realidad que es. Vivirá su vida cotidiana con sumo interés, porque sabe que no es otra cosa que la dimensión absoluta; y la vivirá en suma paz y reconciliación y con total entrega de servicio a todo. ¿Cómo no hacerlo si no hay dos?

Vivirá en un mundo en el que habrá enfrentamientos, porque continuará siendo un mundo de animales depredadores, pero esos enfrentamientos no serán profundos, porque sabrá que en verdad no hay nada que perder o que conseguir.

Tampoco hasta aquí se ha partido de creencias o supuestos; nos hemos ceñido a los hechos y a su lógica.

 

Marià Corbí

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