LA   REVOLUCIÓN   CUÁNTICA   (1) 

 

ALGUNAS  LECTURAS  DE  INTERÉS

 

 

 

 

         La física cuántica desafía al “sentido común”, pero los resultados de sus experimentos resultan incontrovertibles. Y no es únicamente que desafíe al sentido común, sino que modifica radicalmente –en nuevo “giro copernicano”- nuestro modo de percibir la realidad.

         Seguimos observando las cosas desde la perspectiva de la física clásica o newtoniana. El día en que los logros de la física moderna sean integrados en nuestra conciencia colectiva, formando parte de la “cultura cotidiana”, nuestro modo de ver y de pensar quedará radicalmente transformado.

         La física clásica, junto con sus admirables logros, generó una visión reduccionista de la realidad, a la que terminó considerando como un constructo material, progresivamente complejo. La física moderna revoluciona esa visión hasta llegar a invertirla.

         Esto no significa negar la validez de aquélla en su propio ámbito. Del mismo modo que no parece legítimo –como tienden a hacer algunas corrientes de la “Nueva Era”- transportar automáticamente lo que es válido para el mundo cuántico al mundo de las “cosas grandes”. La física cuántica nos dice, por ejemplo, que la realidad es energía y, en último término, vacío; pero que a nadie se le ocurra atravesar una pared compacta.

         En el momento presente, persiste la paradoja de que, mientras la física clásica puede dar razón del funcionamiento de las realidades “grandes”, es incapaz de hacerlo con las “pequeñas” (subatómicas). Por el contrario, la física moderna (cuántica) obtiene certezas en el mundo de lo “pequeño” que echan por tierra lo que creíamos “sentido común”, pero no explica el mundo de lo “grande”.

         La mecánica cuántica y la mecánica determinista obedecen a patrones diferentes. No son pocos los pensadores interesados en lograr una “Teoría del Todo” (TOE, por sus siglas en inglés: “Theory of Everything”) o “Teoría de todas las cosas” –el propio Einstein entre ellos, con la búsqueda de una teoría de los “campos unificados”, que redujese a una única fórmula la explicación de la fuerza de la gravedad y de la fuerza electromagnética-, pero todavía hoy no se ha encontrado la respuesta que resuelva aquella paradoja, dando razón de esa “aparente” diversidad de comportamiento.

 

         En cualquier caso, resulta muy significativa la “convergencia” entre saberes provenientes de campos tan dispares como la mística, la física, la biología y la psicología transpersonal. Sin embargo, es así. Las conclusiones a las que arribamos desde esas perspectivas resultan significativamente coherentes.

         Lo que ocurre es que el estudio de la física cuántica resulta arduo. Por eso, quiero sugerir algunos textos de lectura fácil –dentro de lo que cabe-, para ir familiarizándose con toda esta cuestión. Al final del trabajo, pueden hallarse las referencias exactas de todos ellos, en el orden en que son nombrados a lo largo de estas líneas.

 

Querría empezar por un breve artículo, escrito por Juan José Millás, en su habitual columna de “El País”. Su inmejorable estilo periodístico puede ser un buen modo de empezar. Éste es el texto:

 

Aunque la realidad está hecha de partículas, las partículas no se comportan como la realidad. Traspasada la frontera del átomo, se entra en un universo completamente ajeno a las leyes de la física. Allí el tiempo no es el tiempo, la luz no es la luz, el espacio no es el espacio y las cosas no son lo que son. Hay partículas que se encuentran en dos lugares a la vez y partículas que están y no están de forma simultánea (en este nivel, el ser y no ser sustituye al célebre ser o no ser). Hay también partículas que llegan a su destino antes de haber salido de su origen y partículas que a ratos funcionan como materia y a ratos como energía. Por supuesto, olvídense ustedes de conceptos tan importantes como la causa y el efecto, el arriba y el abajo, la derecha y la izquierda. Estamos hechos de cosas que no somos, lo que, aparte de un misterio, es una limitación que nos impide dormir en el burdel y en casa al mismo tiempo. Y no podemos llegar a Soria ates de haber salido de Madrid. Y si tropezamos con una piedra nos caemos. Y si somos Fulano de Tal no podemos ser Mengano de Cual. Mientras tanto, los electrones y demás duendes de su pelaje hacen diabluras en el interior de nuestros átomos. Parece mentira que seamos tan aburridos por fueras y tan divertidos por dentro. La noticia es que hemos logrado fabricar un “dentro” enorme, con forma de tubo, en el que el miércoles próximo pondremos en danza a un conjunto de partículas elementales, para ver qué pasa. Aunque la noticia está funcionando en la prensa a modo de subtrama, constituye uno de los argumentos principales de la realidad. Y es que el día que nos expliquen como Dios manda (o sea, desde la literatura) lo que ocurre en el nivel subatómico (en el sótano) nos importarán un bledo (qué rayos querrá decir bledo) la mitad de las cosas por las que ahora perdemos el culo”.

 

Del artículo periodístico pasamos a la novela. Se trata de “La fórmula de Dios”, obra del periodista portugués Rodrigues dos Santos, y que, en pocos meses, se ha convertido en un auténtico best-seller.

En realidad, se trata una trama puesta al servicio de un interés científico y es precisamente ese interés el que la convierte en una valiosa y accesible introducción a todo el mundo que se nos abre tras la teoría de la relatividad y de la física cuántica. Hasta el punto de que, para los más legos en estas cuestiones, puede que sea una de las lecturas más apropiadas. De hecho –cosa extraña en una novela-, en una Nota final, el autor ofrece una bibliografía científica tan abundante como bien seleccionada.

 

Y, tras la novela, el cuento. “Alicia en el país de los cuantos quiere ser una iniciación a la comprensión de los resultados de la mecánica cuántica, en forma de cuento. Lo cual no quiere decir que sea siempre fácil de leer. Y perdonadme el chiste fácil: pero es que los cuantos, incluso en los cuentos resultan complicados…; con todo, vale la pena.

 

         Entre los científicos, es necesario aludir a dos libros de Ervin Laszlo, pensador enciclopédico, nominado dos veces para el premio Nobel de la paz, de quien se ha dicho que es “el científico interdisciplinar más importante del mundo” (S. Grof). Presidente del Club de Budapest, es un hombre comprometido con el futuro del planeta, que se mueve con maestría por terrenos tan dispares como la cosmología, la física cuántica, la biología o la psicología.

En “La ciencia y el campo akásico”, escribe que, a la vanguardia de la ciencia, está emergiendo un nuevo concepto de mundo”. Y algo característico de esta novedad es que “todas las cosas están interrelacionadas”: no sólo es que estén unidas por flujos de energía, sino que también están enlazadas por flujos de información. Son registradas y aportan información las unas sobre las otras. El universo es un sistema coherente con un alto grado de integración, asemejándose a un organismo vivo. Todas las cosas son globales. “Un campo cósmico de información consigue conectar a los organismos y las mentes en la biosfera, y las partículas, estrellas y galaxias a través de todo el cosmos”. Y más adelante: “Todas las cosas del universo, afirma el astronauta E. Mitchell de la misión Apolo, tienen capacidad para «saber»”. Hasta las moléculas «saben» combinarse en forma de células. La materia en la mecánica cuántica –cita a Freeman Dyson- «no es una sustancia inerte sino un agente activo, que está constantemente haciendo elección entre posibilidades alternativas… Parece como si la mente fuera en alguna medida algo inherente a cada electrón». Para terminar afirmando: Todas las cosas que surgen y evolucionan en el universo presentan tanto un aspecto mental como un aspecto material. Ambos son aspectos complementarios de una realidad más profunda”.

 

         En su último libro –“El cambio cuántico”-, vuelve sobre esas mismas preocupaciones. Según él, el mundo humano se ha tornado inestable y ya no es sostenible. Pero esta situación conlleva una oportunidad única. Vivimos en una era de bifurcación en medio de una transformación fundamental de nuestro mundo: en un macrocambio. Un cambio que tiene que ver con la manera como nos relacionamos con nosotros mismos, con los otros, con la naturaleza y con el cosmos.

Pero, curiosamente, la principal intuición procedente del nuevo paradigma científico no es tecnológica. Es la confirmación que algunos siempre han sentido, pero para la cual no hallaban explicación racional: la estrecha relación entre nosotros y con todo el cosmos. Ésa es la experiencia espiritual genuina. Hasta finales de la última década, los científicos y las mentes científicas consideraron una ilusión la interconexión entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza.

La visión del mundo sobre la que la gente moderna deposita su confianza es aquélla que consideran científica. Está basada sobre todo en la física de Newton, la biología de Darwin y la psicología de Freud. Sin embargo, esas concepciones han sido superadas por nuevos descubrimientos. La realidad a la que denominamos universo es un todo integrado, sin fisuras.

         Por eso, afirma que necesitamos abrirnos a esa nueva visión que está emergiendo, ya que –citando a Krishnamurti- cree que “de esta crisis sólo podremos salir mediante una transformación radical de la mente”.

 

         El denominador común de esta nueva cultura emergente es el holismo: “Entre nosotros se extiende una nueva epidemia: cada vez son más las personas infectadas por el reconocimiento de su unidad” (p. 118). Es así: crece por doquier la conciencia de la interrelación de todo, de la no-separación, de la no-dualidad radical. Y esa nueva conciencia, que va conformando una nueva cultura, afecta también a todas las dimensiones de nuestra experiencia: a la economía, a la ecología, a la política, a las relaciones, a la religión…

 

         Laszlo presenta un sencillo esquema de los estadios de la evolución:

 

MYTHOS.....               THEOS.....                  LOGOS.....                  HOLOS

(mito)                       (Dios)                       (razón)                      (totalidad)

                       (8000 a.C.)                (Platón,s.V-IV)

 

         Mientras que la actual civilización es económica, política y culturalmente fragmentada –la razón es profundamente divisora y separadora-, Holos es una civilización global que posee la voluntad y la visión necesarias para lograr solidaridad y traducirla en coexistencia y cooperación intercultural.

 

         Para Laszlo, va a resultar decisivo el cambio en el paradigma de la ciencia. Según él, “la comprensión que tiene la ciencia acerca de la naturaleza fundamental del universo es distinta de la que la mayoría de la gente cree que es. El universo no consiste en pedazos de materia que se mueven en el espacio y el tiempo. En último término, la materia es una forma trabada de energía, y el espacio y el tiempo son un elemento dinámico integral, que interactúa con la materia y la energía en todas sus formas” (p.123).

Y todo ello está insertado en un campo fundamental (vacío cuántico, universo vacuo, hiperespacio…). Se trata de un “pleno cósmico”, repleto de energía y de información, matriz de todo lo que existe y telón de fondo de todo lo que sucede. El pleno cósmico: éste es, según nuestro autor, el nuevo concepto fundamental de la realidad.

El universo es un sistema evolutivo orgánicamente interconectado. La nueva física nos dice que el nuestro no es un universo en el que la materia se mueve en un espacio neutro, gobernado por sencillas reglas de causa y efecto. En lugar de ello, se trata de una realidad fundamentalmente integral, que evoluciona, interconectada de manera instantánea y permanente. Lo que denominamos “materia” no es sino un esquema de energía ondulosa que sucede en este medio. Las cosas aparentemente materiales son ondas que se encuentran.

Ese “campo pleno” universal (el “campo akásico”) actúa también como interconectador de todo. “Akash” es un término sánscrito para designar al más fundamental de los cinco elementos (espacio, éter), que incluye todas las propiedades de los otros cuatro: es la matriz de la que provienen todo lo que percibir nuestros sentidos. Akash es omnipresente, ubicuo e interpenetrante en el universo.

La conclusión parece clara: Necesitamos ir más allá de la actual consciencia limitada por el ego; hace falta una difusión de la consciencia transpersonal con el fin de provocar un cambio en la civilización (p. 171).

 

A caballo entre la física, la química y la biología, se encuentra la aportación de Gregg Braden, diseñador de sistemas de computación aeroespaciales y geólogo jefe de Phillips Petroleum, y un científico conocido hoy por sus trabajos encaminados a explicar la convergencia entre la ciencia y la espiritualidad.

Según él, estamos impelidos a aceptar la posibilidad de que existe un nuevo campo de energía y que el ADN se está comunicando con los fotones por medio de este campo. Para confirmarlo, aporta los resultados de unos experimentos recientes.

En uno de ellos, se recogió una muestra de leucocitos (glóbulos blancos) de varios donantes. Estas muestras se colocaron en una habitación  con un equipo de medición de los cambios eléctricos. En este experimento el donante era colocado en otra habitación y sometido a "estímulos emocionales”, provocados por vídeos que le generaban emociones. El ADN era colocado en un lugar diferente al del donante, pero en el mismo edificio.

El donante y su ADN eran monitoreados y, cuando el donante mostraba alteraciones emocionales (medidos en ondas eléctricas), el ADN expresaba respuestas idénticas y al mismo tiempo. Los altos y bajos del ADN coincidieron exactamente con los altos y bajos del donante.

Se quería saber hasta dónde se podían separar al donante de su ADN y continuar observando ese efecto. Hicieron pruebas hasta llegar a una separación de 80 Kilómetros entre el ADN y su donante, y continuaron teniendo el mismo resultado. Sin lapso y sin retraso de transmisión, el ADN y el donante tuvieron las mismas respuestas al mismo tiempo.

¿Qué significa esto? La conclusión de Braden es tajante: las células vivas se reconocen por una forma de energía no reconocida con anterioridad. Esta energía no se ve afectada ni por la distancia ni por el tiempo. No es una forma de energía localizada, sino que existe en todas partes y todo el tiempo.

Otro experimento fue realizado por el Instituto Heart Math y  en él se tomó el ADN de placenta humana (la forma más prístina de ADN) y fue colocado en un recipiente donde se podían medir los cambios del mismo. Se distribuyeron 28 muestras en tubos de ensayo, al mismo número de investigadores previamente entrenados.

Cada investigador había sido entrenado para generar y emitir sentimientos, y cada uno de ellos podía tener fuertes emociones. Lo que se descubrió fue que el ADN cambió de forma de acuerdo a los sentimientos de los investigadores.

Cuando los investigadores sintieron gratitud, amor y aprecio, al ADN respondió relajándose y sus filamentos estirándose. El ADN se hizo más largo. Los individuos entrenados para sentir amor profundo, fueron capaces de cambiar la forma de su ADN.

Para Braden, esto ilustra una nueva forma de energía que conecta toda la creación. Esta energía parece ser una red tejida estrechamente que conecta toda la materia. Podemos influenciar esa red de creación por medio de nuestra vibración.

Eso significa que nuestro ADN cambia con las frecuencias que producen nuestros sentimientos; y las frecuencias energéticas más altas, que son las del Amor, impactan el ambiente de una forma material produciendo cambios no sólo en nuestro ADN, sino en el ambiente que nos rodea.

 

En términos similares, de un modo complementario y enriquecedor, se expresan Deepak Chopra, Masaru Emoto, John Demartini…

Pareciera como si, poco a poco, los descubrimientos operados en el campo de la física fueran “repercutiendo” en todos los ámbitos de nuestra vida, así como en los diferentes campos del saber, desde la filosofía –que se ve cuestionada incluso en lo que parecían verdades inconmovibles, como el aristotélico “principio de identidad”, por el cual un elemento es igual a sí mismo, e incluso el “principio de no contradicción”, por el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo- hasta la misma psicología. De hecho, ya se ha publicado entre nosotros un libro con un subtítulo curioso: “Una mirada cuántica a nuestras relaciones humanas”.

 

        

         Por otro lado, como decía más arriba, todas estas conclusiones convergen admirablemente con lo que las grandes tradiciones espirituales han venido afirmando desde siempre.

         Desde la sabiduría del Vedanta, Sesha viene a afirmar que “la Conciencia posee la cualidad de ser una actividad continua no-diferenciada, al igual que las gotas de agua son no-diferentes del río donde fluyen.

Conciencia No-diferenciada es aquello que al conocer, no diferencia a quien conoce de lo conocido.

Conciencia es la condición simultánea que sabe y sabe que sabe; es un continuo no-diferenciado que asume la condición natural de ser inindagable, es decir, la Conciencia no se convierte en objeto de percepción de nadie excepto de ella misma.

La Conciencia existe sin que tú existas. Por lo que el observador participa de la Conciencia, pero ésta no requiere del observador para conocer. De modo que, cuando la Conciencia se expresa no requiere para conocer de un agente consciente. No existe un individuo consciente, sólo hay Conciencia No-diferenciada conociendo”.

 

No resulta extraño que, tras los descubrimientos de la nueva física, fueran los propios científicos quienes se plantearan abiertamente las posibles conexiones entre ella y la milenaria sabiduría espiritual.

Ahí se sitúa la obra pionera –y, quizás por ello, un tanto “apresurada”- de Fritjof Capra, “El Tao de la física”. De un modo más matizado y preciso, se refiere a esa misma “convergencia” Ken Wilber, en la muy interesante Introducción a “Cuestiones cuánticas”, la obra en que recoge “textos místicos” de científicos contemporáneos.

Finalmente, para quienes se hallen interesados en esta cuestión, sigue siendo muy valiosa una obra que, aunque escrita en 1980, no ha dejado de reeditarse. Me refiero a “Misticismo y física moderna”, en la que, partiendo de los trabajos de Wheeler, Chew, Capra, Heisenberg, Schrödinger, Bohm, Feynman, Pribram…, Michael Talbot esboza el “nuevo modo de ver” que se abre tras los nuevos descubrimientos científicos, un modo de ver que presenta “conexiones” significativas con la más genuina sabiduría mística. Tiempo, espacio, materia, energía, conciencia, realidad…, todo queda radicalmente modificado, ante un horizonte fascinante, en el que empezamos a intuir que la conciencia juega un misterioso papel decisivo en la “realidad” del mundo físico.

En una entrega posterior, trataré de ofrecer una “síntesis” de los puntos que me parecen más significativos. Para ello, seguiré en gran parte este libro de M. Talbot y el de T. Barceló.

 

Para concluir, me parece ajustado afirmar que nos hallamos en un momento particularmente “crítico” y esperanzador de la historia humana, caracterizado por la convergencia reconocida de los diferentes saberes, que pueden favorecer y potenciar la transformación/expansión de la conciencia.

Gracias a esa transformación, la humanidad puede dar pasos que le hagan salir de su infancia egoica –con sus secuelas de ignorancia, enfrentamiento y sufrimiento inútil- y, avanzando en la comprensión sabia de la realidad, hagan posible un comportamiento colectivo caracterizado progresivamente por la Sabiduría y el Amor. 

 

 

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

 

 

 

Teruel, 14 septiembre 2009