GUÍA

PARA  LA  PRÁCTICA  MEDITATIVA  INTEGRAL

 

 

Vamos a vivir un tiempo de práctica meditativa.

Es un tiempo de descanso: sin expectativas, sin tensión, sin esfuerzo, sin prisa…

 

Empieza respirando dos o tres veces: una respiración profunda, pausada y muy atenta

 

 

Lleva ahora tu atención a tus pies.

Siéntelos; no los pienses, siéntelos.

Sitúate en ellos todo lo que te sea posible y siéntelos: Siente el contacto de las plantas de tus pies en el suelo, sus roces, su temperatura…

 

Sigue sintiendo tus piernas, de abajo arriba, hasta las rodillas, situándote también en ellas…

 

Siente los muslos…

 

Lleva ahora la atención a la zona de tu vientre. Sitúate en esa zona, en lo profundo de tu cuerpo, todo lo que te sea posible, y siéntela. Y, a la vez que la sientes, permite que se pueda ablandar

 

Siente tu abdomen

 

El tórax

 

Lleva la atención ahora a la espalda. Sitúate en ella todo lo que puedas, y siéntela, de abajo hacia arriba, siguiendo la columna.  

 

Ve bajando la atención por los brazos, sintiéndolos, hasta las manos

 

Siente tu cuello

 

La cabeza… Y, al sentirla, si percibes alguna tensión en su interior, permite que pueda soltarse, aflojarse…

 

Siente tu rostro

 

Percibe ahora todo tu cuerpo como un todo. Sitúate en él, ocúpalo, y siéntelo formando una unidad…

 

Poniendo toda tu atención en tu cuerpo, siente su calor, el calor que lo habita y lo recorre, la señal de que está vivo, y favorece que esa sensación de calor pueda crecer…

 

Lleva de nuevo la atención a la zona de tu vientre, y siente también el calor en esa zona… 

 

Ahí, en lo profundo de tu cuerpo, sintiendo el calor, acoge la vida que te habita y te constituye. Siente la vida y favorece que esa sensación pueda crecer…

 

Ahí también, siente tu propia identidad: Puedes pronunciar interiormente tu nombre y, al tiempo que lo pronuncias, puedes acercarte más a ti mismo/a, reconocerte, sentirte, encontrarte contigo…

 

Al tiempo que te sientes, consiente en quererte: Favorece que crezca un sentimiento vivo de amor hacia ti. Puedes decirte: “Me quiero tal como estoy; me quiero tal como soy; estoy bien tal como estoy”…, y ve entregándote a ese sentimiento…

 

 

Vamos a dar un paso más…

Dirige tu atención, de una forma muy descansada, a todo tu campo de conciencia.

Observa todo lo que se mueve en él: pensamientos y sentimientos.

Obsérvalo desde la distancia, sin intervenir en ello.

Mantén la distancia hasta que, poco a poco, pensamientos y sentimientos se vayan diluyendo…

Aparecerá un vacío mental. Déjate descansar en él: No quieras entenderlo, ni llenarlo con otros pensamientos, ni querer ir más lejos… Quédate descansadamente en él, para poder familiarizarte progresivamente con él.

Cuando aparezcan otros pensamientos, vuelve a observarlos, desde la distancia, sin implicación con ellos.

Déjate estar en el vacío mental que se produce…

Y así, una y otra vez, en todo este tiempo de práctica y entrenamiento…

Observa el descanso que te produce la observación descansada y no implicada de tus pensamientos.

Y saborea el Espacio vacío, la Presencia intensa que se abre camino…