Semana 26 de mayo: EL RÍO ES MAR

El agua de nuestro río recorre todos y cada uno de los cauces de los diferentes arroyos que van a parar al MAR; pero no es una agua que pueda quedarse estancada ni retenida, tampoco puede ser definida ni acotada por ninguno de los arroyos ya trazados. Sí que nace de uno de ellos; pero no puede pertenecer a un cauce definido; si fuera así, perdería su especificidad y olvidaría su destino.
          Esta agua no ha nacido para la identificación particular con ninguna concreción, por mucho que admire cada arroyo, reconozca la belleza de sus contornos, sus piedras, sus laderas…. Sus aguas no pertenecen a ninguna acotación, no se reconocen en ninguna identidad concreta, y a la vez asumen la identidad de todos, pues detectan el común dinamismo que las hace fluir sin detenerse tanto en la específica parcelación que las parece definir.
          Se sienten nacidas para la inmensidad, para la acuidad, y en esa dirección desdibujan su particularidad, sin ningún temor a la pérdida, pues la recompensa en la ganancia de otras aguas es ilimitadamente mayor.
          No desprecian ningún cauce, pues saben que todos ellos van a parar al mar; los que realmente se dirigen hacia esa vastedad; pero no pueden asumir los nombres y las expresiones de las aguas de ningún canal, porque perderían la esencialidad de su fluir.
          No tratan de cambiar de nombre al río, y tampoco buscan recoger las aguas de otros arroyos, porque consideran que sería la misma especificidad pero vivida desde otro cauce; no son aguas que pasen de un arroyo a otro en un constante ir y venir recogiendo un poco de unas aguas y otro poco de otras…, tampoco eso ES .
         Son aguas que descansan en el Océano, en la confluencia de la diversidad de aguas, del patrimonio acuático y océanico de la humanidad, que como herencia universal nos pertenece a todos, sin distinción, ese es su real legado y su verdadera especificidad.
          Son aguas que anhelan disolverse en un MAR común, añoran un agua no parcelada en la que nadie distinga qué parte del mar le pertenece, y que tipo de agua le define, las aguas que se diluyen en ese Océano, no necesitan mayor identidad, pues su identidad ya descansa del todo en esa oceanidad.
          Esta espaciosidad ya se vive como reclamo de las diferentes olas que vienen y van, pues muchas de ellas, ya no quieren vivirse acotadas en una parcialidad, no porque vivan mal en la seguridad de los contornos bien definidos de su propio arroyo, sino porque ya sus aguas probaron la profundidad de otro mar y sus gotas alcanzaron un azul intenso que no les deja acotarse más.
          Cuando un arroyo quiere apropiarse de sus gotas, estas se deslizan de nuevo en dirección al MAR, no dejándose sujetar y volviendo una y otra vez a descansar en un despertenecido, libre y desapropiado MAR.
           No es más digno, ni mejor un destino que otro, todos …si el cauce es transparente, aguas vertidas en cauces abiertos y no autoreferenciados, iremos a parar al mar; no se trata de despreciar quien vive y quien muere en su arroyo particular, sencilla y humildemente se trata de ser fiel a la esencialidad que porta cada gota y a dejarse fluir desde esa fidelidad.
           Quienes encuentren descanso en el cauce de su propio arroyo que habiten en el, quienes ahí no encuentran ya descanso, deben buscar otro lugar, que no es tan fácil de hallar, porque ya no es el arroyo definido del que provenían sus aguas. Es pasar de ese arroyo acotado a otro lugar no encauzado, ni delimitado, ni definido, y que no puede llegar a convertirse en un arroyo más, pues sería de nuevo un cauce y volvería a ser una delimitación más…
          Es más un no arroyo reflejo del MAR, que solo hable del agua, y de nada más, no es una nueva concreción de las aguas ni una renovada parcelación, sino más bien, expresarían con su liviano fluir, una no parcelación que gracias a su referencia abierta, apunte hacia la inmensidad de ese mar sin acotar.
         Se trata de pertenecer al MAR que recibe el agua de los diferentes arroyos, que lo contiene TODO y no retiene NADA.
        Es el reflejo del agua de la humanidad que no pone fronteras a sus olas, que pone el énfasis en la esencialidad, más que en la especificidad de cada gota, en la infinitud del Océano existencial, apuntando más hacia la formulación común que nos unifica, que a la especificidad identitaria que nos separa.

Natalia. https://www.ixileku.org/