Semana 14 de febrero: ¿QUIÉN SOY YO? UN CONOCER PREVIO A LA RAZÓN

Sabiduría

Frente a la idea que considera a la razón como la forma suprema de conocimiento –uno de los mitos de Occidente, según Raimon Panikkar-, los sabios siempre han sabido que “pensamiento” no era sinónimo de “conocimiento”. Una cosa es la mente, con su extraordinaria capacidad de pensar y razonar, y otra diferente es la sabiduría que nos ofrece un acceso in-mediato a lo Real.

 

La propia Teresa de Jesús –nada dedicada a temas “especulativos”- cuenta, en las Cuartas Moradas (1,8), el descanso que le produjo el hecho de que le reconocieran esa diferencia.

 

Ese conocer previo a la razón tiene el sabor de lo inmediato y lo evidente. No es un conocimiento conceptual, sino experiencial. Y se halla al alcance de todos.

 

El modo de acceder a él es acallando la mente. Si en este mismo momento “dejas caer” todos los pensamientos, sentimientos y preocupaciones…, ¿qué queda? Si por un instante cesa la actividad mental, ¿qué aparece?

 

Dado que la mente no puede responder adecuadamente a la pregunta “¿quién soy yo?”, porque únicamente puede conocer objetos, parece claro que solo podré conocer quién soy cuando lo sea. Al no ser un “objeto” observable, que mi mente pueda delimitar, no existe un concepto que me defina. Lo que soy, no puedo pensarlo; solo puedo serlo. Y, al serlo, lo experimento de un modo inmediato y preconceptual.

 

Al silenciar la mente, lo que queda es algo que no podemos pensar. Por tanto, solo lo podemos nombrar inadecuada o metafóricamente. Tiene el sabor de Calma, Quietud, Atención desnuda, Conciencia, Vacío pleno… Aparece como una Presencia atemporal e ilimitada, en la que nos reconocemos; y que se expresa como “Yo Soy”, sin añadidos ni delimitaciones.

 

“Yo soy” es la consciencia de ser que nos ha acompañado siempre: en realidad, lo único que permanece estable a lo largo de toda nuestra vida: ésa es nuestra identidad.

 

A diferencia del yo, esta Identidad es estable, permanente y compartida. Todo ocurre dentro de ella, pero nada le afecta. Y todo, incluido el yo, son formas en las que, transitoriamente, se expresa.

 

 

Otro modo de leer el Evangelio. Comentario al evangelio de cada día (CICLO C – 2015/2016)

Cubierta-otro-modo-leer-evangelio

A Ana

             Después de siete años enviando semanalmente el comentario del evangelio del domingo a miles de destinatarios, el autor ofrece en esta obra un comentario al evangelio diario.

         Propone “otro modo” de leerlo, no desde el gusto superficial por lo “novedoso”, sino desde aquel modelo de cognición, en el que siempre se han movido los sabios y hacia el que parece encaminarse la humanidad: el modelo no-dual.

         Es una lectura que nace de la admiración y el amor a Jesús, de la fascinación y gratitud hacia el evangelio, del gusto por la sabiduría no-dual y del servicio humilde y amoroso a todas las personas que buscan.

         Al ser una propuesta diaria, este comentario quiere brindar la posibilidad de que, día a día –con el trasfondo de la vida y el mensaje de Jesús-, renovemos el gusto por reconocer nuestra verdadera identidad y experimentemos el gozo de vivirla.

         No se puede leer el evangelio y no ser transformados. Pero la transformación no viene de una manera mágica, sino cuando permitimos que el “eco” despertado en nuestro interior por la palabra leída tome vida hasta convertirse en la luz que nos libera de la oscuridad, la ignorancia, la tristeza y el sufrimiento.

Desde la perspectiva no-dual, y abandonados el literalismo y el moralismo que lo desfiguran y empobrecen, el evangelio se revela en lo que es: un texto de sabiduría que, a partir del saboreo de lo que somos, ayuda a vivir en plenitud.

EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER

 

ÍNDICE

Introducción

Tiempo de Adviento

Tiempo de Navidad

Tiempo Ordinario / 1

Tiempo de Cuaresma

Tiempo de Pascua

Tiempo Ordinario / 2

Índice de las lecturas evangélicas

 

INTRODUCCIÓN

         Parece innegable que, muy frecuentemente, el evangelio ha sido leído desde una doble clave: el literalismo y el moralismo.

         La lectura literalista lo ha convertido en una especie de “anecdotario”, que parecía buscar la exaltación de Jesús como hacedor de milagros, pero al precio de mantener el relato anclado en el pasado y desconectado de las preocupaciones de quienes hoy se acercaban al mismo.

         Por su parte, la lectura moralizante reducía el texto evangélico a una especie de código moral, regulador del comportamiento, con el riesgo de hacerlo aparecer como un “policía divino” o superego controlador.

         En ambos casos, aunque fuera inconscientemente, se banalizaba y empobrecía el texto, dejando en el olvido lo más importante y decisivo: su carácter de libro de sabiduría, en el sentido más genuino y profundo del término.

         La sabiduría es atemporal, porque trasciende la mente y sus conceptos, aunque indudablemente tenga que hacer uso de una y otros. Por ese motivo, al acercarnos a textos que la expresan, a poco que lo hagamos con un mínimo de apertura, nos sentimos directamente concernidos y afectados. Descubrimos que esos escritos están, en realidad, hablando de nosotros. No importa la anécdota ni la moralina: hemos hallado un espejo en el que vernos reflejados.

         La sabiduría es originaria: no es sino la misma Consciencia expresándose o, si se prefiere, la “voz” del misterio último de lo Real, que también a nosotros nos constituye. Por ello, al leerla o escucharla, resuena con fuerza en nosotros, porque la reconocemos como nuestra propia voz, la voz de nuestro “maestro interior”.

         La sabiduría es luminosa, fuente de toda comprensión y certeza, porque es una con la Verdad. Por esa razón, nos saca de la ignorancia básica acerca de nosotros mismos, nos libera de la confusión y nos rescata del laberinto tortuoso del sufrimiento. Algo se ensancha en nuestro interior, el corazón se dilata y la mente se abre, en una sensación creciente de amplitud y de claridad.

         La sabiduría no tiene que ver, primariamente, con los conceptos ni con la erudición. Ni siquiera con la mente, por más que esta sea una herramienta precisa y preciosa. Tiene que ver, antes que nada, con el sabor, o más exactamente, con el saboreo inmediato de lo Real. Tal vez por ese motivo, las palabras de sabiduría provocan silencio en nuestro interior y, en ese silenciarnos, se produce el encuentro íntimo con la Verdad que somos, a la vez que se va operando un proceso de desegocentración.

         Las palabras sabias nacen siempre del silencio a través de aquellos hombres y mujeres que han saboreado, de primera mano, el secreto más profundo de lo Real. Hombres y mujeres sabios que han visto y transitado el “territorio” común y compartido. Por eso, cuando los escuchamos o leemos, se aviva en nosotros aquel mismo Anhelo que los motivó a ellos, empezamos a “re-cordar” (volver al corazón) y “despertamos” a nuestra verdad.

         Eso explica que, siempre que leemos textos de sabiduría, tenemos la sensación cierta de que alguien ha puesto palabras a nuestra vivencia más profunda. Por lo que, de un modo connatural, a la vez que sentimos “arder nuestro corazón” (Lc 24,32), “entramos en comunión” con aquellos escritos. Y esto es lo que ocurre con el evangelio, cuando sabemos recibirlo como un libro de sabiduría.

         Ahora bien, si hubiera que decirlo de la manera más escueta posible, ¿qué es lo que la sabiduría aporta? Sencillamente, la respuesta adecuada a la única pregunta decisiva, aquella que contiene el secreto de toda otra comprensión y la clave para vivir adecuadamente: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos?, ¿qué es lo real?

         Porque, tal como proclamaba el Oráculo de Delfos, quien conoce su verdadera identidad, conoce todo lo que es: “Hombre, conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses[1]. El todo está en la parte, nos dice hoy incluso la misma ciencia. Por eso, quien se conoce a sí mismo, conoce el secreto último de lo real.

         Los sabios son los que han sabido quiénes eran. Sirvan solo un par de testimonios para ejemplificar lo que intento decir.

         Cuenta una anécdota que, en una ocasión, le preguntaron al Buddha: “¿Eres un dios?”. No, respondió. ¿Eres un ángel? No. ¿Un santo? No. ¿Qué eres entonces? “Yo estoy despierto”, respondió.

         Por su parte, en una polémica con las autoridades judías, y ante una pregunta cargada de ironía, Jesús les responde: “Antes que Abraham naciera, Yo soy” (Jn 8,58).

         La propuesta es que nos acerquemos al evangelio de “otro modo”. Y no solo porque no lo hagamos desde el literalismo ni desde el moralismo, a los que antes aludía, sino porque sepamos adoptar la perspectiva que parece más idónea para que la sabiduría se manifieste. Me refiero a la perspectiva o modelo no-dual que, sorteando los riesgos inherentes a la razón separadora, nos facilite conectar con la sabiduría y saborear lo que somos. De ese “saboreo”, brotará con certeza todo lo que necesitamos[2]. Si permanecemos ahí, en una conexión consciente y constante con lo que somos, todo lo demás –como nos recordaba el propio sabio de Nazaret- “se nos dará por añadidura” (Mt 6,33).

         Lo más característico de la no-dualidad es el reconocimiento de que no existe nada separado de nada. “La Realidad es No-Dual, es decir, carece de toda división” (Gilbert Schultz). Es solo nuestra mente, debido tanto a sus límites como a su inherente naturaleza dual, la que percibe únicamente separación, confundiendo y tomando como “realidad” lo que solo es una expresión “aparente” de la misma. En lo profundo, todo es (somos) Uno, que se expresa en admirables diferencias.

         Las repercusiones de la perspectiva no-dual son inmediatas y revolucionarias para nuestro modo habitual (mental) de asumir la realidad. Y afectan también –es inevitable- a los planteamientos religiosos y a las imágenes (mentales) de Dios.

         Esto explica que, cuando una persona religiosa teísta se acerca a esta perspectiva, tema que todo se derrumbe, experimentando sentimientos más o menos dolorosos de orfandad, de infidelidad, o incluso de culpa. Pero, en realidad, no se “cae” nada valioso, excepto aquello que era pura construcción mental carente de fundamento real –lo cual es bueno que caiga-; lo que se produce es un profundo cambio de perspectiva, al empezar a percibir que nada es lo que parece.

         Caerán todas las imágenes de Dios, caerán conceptos y catecismos aprendidos…; antes o después, tendrán que caer todas las creencias, porque son simplemente “objetos mentales”. Pero –justo en la medida en que caigan- estaremos en condiciones de abrirnos a una profundidad mayor, que trasciende los límites de la mente. Dejaremos de pensar a Dios, para reconocernos en él de un modo no-separado.

         Porque la no-dualidad nos hace ver que Dios y nosotros somos no-dos. El Misterio último de lo que es no es distinto de nuestro núcleo más profundo. En consecuencia, acceder a la verdad de sí mismo es llegar a la verdad de Dios: el Fondo de lo real es solo Uno.

Realmente, nos hallamos ante un giro revolucionario en nuestro modo de conocer y de percibir lo real. Como observa acertadamente Javier Melloni, “hay signos de que algo nuevo está naciendo: la claridad de que no nos podemos percibir separados de la totalidad de la que formamos parte ni del fondo del que emergen todas las cosas y nosotros mismos a cada instante. Nuestra confusión y nuestro extravío proceden de habernos desconectado de ello y nuestra agonía de haberlo olvidado[3].

La propuesta contiene, por tanto, una invitación: la de aproximarnos cada día al texto evangélico y renovar, diariamente, la conexión consciente con nuestra verdadera identidad, Aquello –ni masculino ni femenino, ni personal ni impersonal- que nuestra mente nombra “Dios”.

         Nuestra identidad es aquello que permanece siempre, cuando todo cambia. Es también única y compartida con todos los seres porque, como acabo de decir, parafraseando al místico cristiano Maestro Eckhart, no puede haber “dos fondos” de lo Real. Y podemos experimentarla en cuanto dejamos caer las ideas o etiquetas que, desde la mente, la nublan.

Si lo único que permanece siempre es la consciencia, se comprende –y aquí se da otra elegante coherencia- que nuestra única certeza sea esta: la certeza de ser. Como escribe Juan Carlos Savater, no necesitamos ninguna experiencia de “iluminación”; basta anclarnos en esa certeza innata y atestiguar su verdadera naturaleza invulnerable y eterna. “Anterior a la idea de ser tal o cual persona, anterior a cualquier tipo de razonamiento o pensamiento, hay una innata «certeza de ser». Una desnuda o pura consciencia que es y sabe que es. Esta es siempre, no la mayor, sino verdaderamente nuestra única e incuestionable certeza[4]. La práctica es sencilla de enunciar: permanece todo el tiempo que puedas, a lo largo de todo el día, en la única certeza: la certeza de ser.

         Somos, pues, –como todo lo real- Consciencia, que se expresa en formas concretas. Consciencia de ser –lo único que permanece siempre idéntico a sí mismo a lo largo de toda nuestra historia-, que algunas tradiciones sapienciales han nombrado en primera persona como “Yo soy”.

         La mente piensa: “yo soy esto”, y crea la ficción del ego. La sabiduría –la Consciencia- afirma con nitidez: “Yo soy”.

La sabiduría –como la genuina espiritualidad- consiste en el reconocimiento y la vivencia de esa identidad última y compartida. Ahí se juega la comprensión y la liberación del sufrimiento, como pone de relieve este hermoso texto de Helen Mallicoat:

“Estaba lamentándome del pasado y temiendo el futuro… De repente «mi Señor» estaba hablando: «MI NOMBRE ES YO SOY».

Hizo una pausa. Esperé. Él continuó:

Cuando vives en el pasado, con sus errores y pesares, es difícil. Yo no estoy allí. Mi nombre no es «Yo fui».

Cuando vives en el futuro, con sus problemas y temores, es difícil. Yo no estoy allí. Mi nombre no es «Yo seré».

Cuando vives en este momento, no es difícil. Yo estoy aquí. Mi nombre es YO SOY”.

La religión teísta, con la expresión “mi Señor”, se refiere a la divinidad. Lo cual es absolutamente legítimo. Sin embargo, me parece más ajustado afirmar la no-separación de todo, por lo que tal expresión puede entenderse como otro nombre de aquel Fondo común que compartimos todos los seres, y que, aun sin agotarse en las formas, constituye el núcleo de todas ellas. En ese sentido, la citada expresión nos remite a nuestra identidad más profunda, que puede nombrarse también como “Yo Soy”.

Esta lectura no-dual nos revela algo profundo. Cuando perdemos la consciencia del momento presente, nos alejamos de quienes somos. Por el contrario, en cuanto acallamos la mente y venimos al aquí y ahora, escuchamos en nuestro interior a nuestra verdadera identidad –nuestro “Señor interior”- que nos susurra: “Yo soy”, todo está bien.

         En esta presentación, siento también necesario decir una palabra sobre el modo de realizar los comentarios a los textos evangélicos. Dada la intencionalidad de este libro, serán breves, como simples “recordatorios” que nos faciliten “conectar” cada día con quienes realmente somos. En cada uno de ellos, destacaré dos puntos: por un lado, haré una brevísima alusión al contexto histórico y marco vital de aquellas primeras comunidades donde surge el texto evangélico; por otro, propondré una lectura actualizada desde la perspectiva no-dual. Al final del libro, ofrezco un Índice de las lecturas evangélicas de este ciclo “C”, con la referencia exacta y la página donde puede encontrarse el texto y el correspondiente comentario.

  Puede haber algunos lectores cristianos a quienes les rechine todo el trabajo de “desmenuzar” los textos, considerando que lo importante es vivir la admiración ante el Misterio y su “saboreo”. Comprendo esa actitud, pero me parece que el “saboreo” del Misterio no está reñido con la razón. De lo contrario, como ha ocurrido tantas veces en la piedad e incluso en el estudio de la teología, el Misterio se convierte en Mito. Y para cada vez más contemporáneos nuestros, eso es sinónimo de infantilismo o, al menos, credulidad. Esa es la razón por la que me parece importante «diseccionar» lo que antes nos «tragábamos» de un modo acrítico. Más aún, denunciar la absolutización de la mente y reconocer la  necesidad de trascenderla, no significa renunciar a ella –lo cual nos llevaría a la irracionalidad-, sino utilizarla adecuadamente, como herramienta que es, pero con todo el rigor posible. Cuando se hace así, no es difícil constatar que la razón y el Misterio se llevan muy bien. Y no podía ser de otro modo: ambos nacen de la misma y única Fuente.

         Deseo que podamos hacer juntos una andadura diaria que, al contacto con la sabiduría de Jesús, nos haga saborear la Vida, permitiendo que se exprese a través de nosotros. La insistencia, quizás para algunos machacona, en la cuestión de nuestra verdadera identidad es intencionada: pretende favorecer, día a día, el cambio en nuestra forma de vernos, con la seguridad de que ahí brotará el modo ajustado de vivirnos.

Existen muchos y variados comentarios al evangelio diario. Este quiere abrir caminos, favorecer experiencias y potenciar la conexión, cada vez más constante, con lo que realmente somos. Un “recordatorio” que nos ayude a volver a la verdadera “casa”, aquella común en la que –tomando distancia de la mente y del yo- cada uno nos reconocemos y que todos los seres compartimos.

         Esa “casa” no es otra que la Vida. Con respecto a ello, la mente –el modelo mental de cognición- nos induce a un grave error, de dolorosas y agobiantes consecuencias: nos hace creer que la vida es “algo” separado, que tenemos y que, en cualquier momento, podemos perder. Tal creencia –asumida como incuestionable, porque corresponde a lo que nuestra mente puede ver y porque se halla sostenida por la convención social-, activa un doble mecanismo, igualmente erróneo y dañino.

         Por un lado –creyéndonos desgajados o separados-, nos protegeremos de la vida, en una actitud temerosa y defensiva, pensando que en cualquier momento puede hacernos daño. Por otro, en lugar de dejarnos fluir con ella, nos empeñaremos –recurriendo a mil estratagemas estresantes, y siempre con el temor de no lograrlo- en “sostener” ese “algo” que creemos que es “nuestra” vida, para que tome la dirección que nuestra mente piensa que debe tomar.

         Crecimos pensando que debíamos tomar las riendas de nuestra vida, para que no nos hiciera daño y para que fuera en la dirección que creíamos adecuada. No cabe insensatez mayor. ¿Cómo no habríamos de sufrir tensión, agobio, temor, estrés…?

         La sabiduría nos muestra lo errado de nuestra creencia, al hacernos ver que la vida no es “algo” separado y que tampoco es “nuestra”. Vida es nuestra identidad, es lo que somos. No hay, por tanto, nada que temer, nada de lo que defenderse, nada que controlar ni nada que sostener: la Vida se sostiene a sí misma. La actitud sublimemente sabia consiste solo en dejar de creer que somos seres separados –olas que se pensaran autónomas en la superficie del mar- y reconocernos como Vida una –el océano que juega con sus olas en todo lo que ocurre-.

         La Vida es infinitamente más sabia que nuestra mente. Al ser vida, solo tenemos una cosa que aprender: a dejarnos fluir en y con ella. Así salimos de las erróneas y dañinas creencias mentales y “reencontramos” la unidad con todos los seres –en la misma y única vida-, unidad que nunca habíamos perdido.

         Los comentarios de estos trescientos sesenta y seis días –estamos en un año bisiesto- están animados por este único interés: ayudar, día a día, a abandonar la creencia –el engaño radical, el auténtico “pecado original”- de que somos yoes separados y renovar la invitación a experimentar que somos Vida, escuchando la palabra de aquel que dijo: “Yo soy la Vida” (Jn 11,25; 14,6).

         A lo largo del camino, probablemente el mayor descubrimiento consista en percibir que la autoridad del evangelio no le viene de algo “exterior”, como se pensaría desde una consciencia mítica y dual que entiende la “revelación” como “dictado” de un dios separado, sino de su capacidad para resonar dentro de nosotros mismos.

         Porque eso que resuena quizás no sea sino aquella misma y única identidad que compartimos con Jesús y con todos los seres, en lo que los científicos modernos –desde campos tan diversos como la física cuántica, la biología, la astrofísica, las neurociencias o la misma psicología- llaman un “campo de conciencia” o “campo de información” (campo mórfico o morfogenético), de donde brotan, en una admirable no-dualidad, todas las formas concretas. Nuestra mente las percibe como separadas, pero, en realidad, como siempre nos habían dicho los místicos, no existe nada separado. Por eso, en palabras del Maestro sabio de Nazaret, “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9).

         Deseo cordialmente que estos breves apuntes nos ayuden a experimentar y vivir, día a día, nuestra realidad paradójica: el Ser, ilimitado y siempre a salvo, que se está viviendo en una forma concreta, frágil y vulnerable.

         El Todo está en cada parte. Nosotros somos, también, la “parte” –un “punto” particular de la única “red”: el yo individual- y somos, más profundamente, el “Todo” –la “red” completa: el Yo Soy universal-.

Pues bien, para vivir ajustadamente esa realidad paradójica que somos, necesitamos consciencia –para no olvidar nunca lo que somos de fondo, aquella realidad ilimitada y siempre a salvo- y compasión –para amar la forma frágil y vulnerable, en que se está expresando de modo transitorio-.

En realidad, la consciencia (o sabiduría) y la compasión son las dos caras de la misma realidad y de la misma actitud. Los sabios han dicho que ambas constituyen las “dos alas” de la realización. Ojalá estos breves comentarios ayuden a desplegarlas y, de ese modo, abrazando con ellas toda la realidad, vivir la Unidad que somos.

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[1] Algo similar se afirma desde la Cábala judía: “Cábala [del verbo lekabel = recibir] significa «recepción»… En la medida en que cada persona descubre su interior más profundo logra entender con mayor claridad todo el universo, los misterios de la creación y las razones de la existencia del hombre”: L. HALAC, Prólogo a la obra de M.J. SABÁN, Maasé Bereshit. El Misterio de la Creación, edición del autor, Buenos Aires 2013, p.9; M.J. SABÁN, Sod 22, el Secreto. Los fundamentos de la Cábala y la tradición mística del judaísmo, edición del autor, Buenos Aires 2011.

[2] He tratado de exponer con extensión la perspectiva no-dual en Otro modo de ver, otro modo de vivir. Invitación a la no-dualidad, Desclée De Brouwer, Bilbao 2014. Ahí pueden encontrarse precisiones y aclaraciones sobre la “clave de lectura” que utilizaré en estos comentarios al evangelio.

[3] J. MELLONI, El emerger de la nueva espiritualidad, en Dar lugar 1 (mayo 2014) p.9.

[4] J.C. SAVATER, La certeza de ser, La Trompa de Elefante, Madrid 2012, p.35.

Aportaciones

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     Vivir lo que somos: caminar hacia la liberación            

  1. ¿Qué hacer con el dolor y el sufrimiento?

  1. La belleza y sabiduría del Presente

                                    2.1. El presente es plenitud

                                    2.2. El presente es silenciamiento mental

Bibliografía

  • Ervin LASZLO, El cambio cuántico. Cómo el nuevo paradigma científico puede transformar la sociedad, Kairós, Barcelona 2009, 235 pags., 15 €.
  • Ervin LASZLO, La ciencia y el campo akásico. Una teoría integral del todo, Nowtilus, Madrid 2004, 218 pags. (Reeditado en 2007, con un nuevo título: “El Universo in-formado”, 256 pags., 16 €).
  • Michael BROWN, El proceso de la Presencia. El poder del ahora y la consciencia del instante presente, Obelisco, Barcelona 2008, 429 pags., 17 €.
  • Z. SEGAL – M. WILLIAMS – J. TEASDALE, Terapia cognitiva de la depresión basada en la consciencia plena. Un nuevo abordaje para la prevención de las recaídas, Desclée de Brouwer, Bilbao 2006, 394 pags., 30 €.
  • Mónica CAVALLÉ, La sabiduría de la no-dualidad. Una reflexión comparada entre Nisargadatta y Heidegger, Kairós, Barcelona 2008. 811 pags., 34 €.
  • Mónica CAVALLÉ, La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia, Martínez Roca, Barcelona 2006, 286 pags., 6 €.
  • W.JÄGERSabiduría de Occidente y Oriente. Visiones de una espiritualidad integral, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008, 98 pags, 9 €.

            Willigis Jäger, monje benedictino alemán y maestro zen, uno de los mayores maestros espirituales de nuestra época, nos regala, a sus 83 años, un librito cargado de riqueza que, en cierto modo, recoge lo mejor de su enseñanza, como si hubiera hecho de ella en este texto un frasco de esencia.

            Tomando como punto de partida los grandes interrogantes del ser humano, y tras analizar el momento actual de la religión, introduce en el camino de la mística que, poniéndonos en contacto con la Realidad Última, nos hace descubrir al mismo tiempo nuestra más profunda identidad.

            Al acallar la mente, descubrimos que la estructura del «yo» no constituye nuestra verdadera naturaleza: Por eso, querer entender la realidad a través del pensamiento no es más que mirar el cielo a través de una caña. Somos la manifestación, la forma bajo la que se exterioriza algo más grande que nuestro yo. Y en una expresión muy querida para él, afirma: Somos la manifestación de la Realidad Originaria: Dios quiere ser persona en nosotros.

            El índice del libro es el siguiente:

          

Prólogo, de Raimon Panikkar

 

I. Los cuatro grandes interrogantes de la humanidad

1.     ¿De dónde venimos?

2.     ¿Quiénes somos?

3.     ¿Por qué existimos?

4.     ¿Adónde vamos?

 

II. La religión en crisis

1.     El significado de la religión

2.     La cosmovisión dualista

3.     Muerte y resurrección de Dios

 

III. Hacia una mística mundial

1.     El camino de la contemplación

2.     El camino del zen

3.     Lo común de los caminos místicos

4.     Espiritualidad de Occidente y Oriente

5.     La Realidad Última

 

 

  • K. WILBER, La visión integral. Introducción al revolucionario enfoque sobre la vida, Dios y el Universo, Kairós, Barcelona 2008. 158 pags. 12,50 €. 

            Ken Wilber, uno de los más reconocidos teóricos transpersonales y autor de volúmenes densos y extensos, nos ofrece en este pequeño libro una apretada síntesis de sus últimas obras, en lo que es -en sus propias palabras-  «una visión integral».

            A través de esquemas que pueden resultar extraños a quienes no conocen su obra, pero que resultan iluminadores en su complejidad a quienes se van familiarizando con ella -es un maestro en señalar que nada debe ser descuidado ni olvidado, para que la visión pueda ser realmente «integral»-, Wilber trata de responder a cuestiones como éstas: ¿Cómo podemos navegar a través del siglo XXI? ¿Cómo dar sentido a nuestra vida y a nuestra conciencia? ¿Disponemos de un mapa global del nosotros y del nuevo mundo en el que nos encontramos?

            Después de sintetizar, en tres capítulos, los esquemas básicos que había expuesto, fundamentalmente, en su gran obra «Sexo, ecología y espiritualidad. El alma de la evolución«, dedica un capítulo a la cuestión religiosa/espiritual, que había sido objeto de su estudio anterior -«Espiritualidad integral. El nuevo papel de la religión en el mundo actual«- y otro más a la «práctica vital integral«, que nos permita avanzar hacia la visión integral propia de una conciencia expandida, que integra, abrazándolas, todas las dimensiones de la realidad.

            Los lectores de Wilber encontrarán en este pequeño libro una síntesis valiosa. Para quienes no conocen su obra, puede ser un modo de iniciarse en ella…, a pesar de la posible dificultad primera.

 

 

  • R. LENAERSOtro cristianismo es posible. Fe en lenguaje de modernidad, Abya Yala, Quito 2008. 243 pags.

        Roger Lenaers es un jesuita belga, profesor de teología jubilado que, desde su jubilación, atiende la parroquia de un pueblecito de los Alpes austriacos.

         Parte de la convicción de que, tras el giro que ha supuesto la Modernidad, no se pueden seguir manteniendo las formulaciones tradicionales del cristianismo en su literalidad, porque a los hombres y mujeres del siglo XXI les resultan totalmente incomprensibles y, por ello, inaceptables.

        Pretende, por tanto, hacer una relectura de dichas formulaciones -prácticamente de todos los dogmas del cristianismo- desde los nuevos parámetros culturales.

        El criterio básico sobre el que apoya esa relectura es prácticamente uno solo: el paso de la heteronomía a la autonomía. Según el autor, las formulaciones tradicionales no pueden ser comprendidas porque nacieron y se expresan en una visión heterónoma de la realidad (en la que Dios mismo aparecía como un Ser exterior, y su Voluntad como algo añadido), coloreada, por tanto, de elementos míticos. Lo que él intenta es reformular aquellas expresiones, leídas ahora desde la irrenunciable autonomía a la que ha llegado la conciencia humana moderna.

        El libro me parece una expresión clara del malestar de un número cada vez mayor de creyentes que, aunque no sepan expresarlo, algo les dice que las cosas no pueden ser como ellos las aprendieron. En segundo lugar, me parece también un intento honesto de dar respuesta y encontrar una salida a ese malestar. Es un esfuerzo digno de valoración y abre horizontes que ayudarán a muchas personas en este proceso inevitable de reformulación.

        Con todo, desde mi punto de vista, creo que el libro se queda «corto», tanto en el diagnóstico de la situación como en las conclusiones a las que llega. O, más precisamente, se queda en esas conclusiones, porque el diagnóstico que hace adolece de ser demasiado simplista. A mi modo de ver, no se trata únicamente de que la Modernidad haya arramblado definitivamente con cualquier vestigio de heteronomía. El cambio de paradigma afecta a otros muchos más elementos, de manera que ya no es cuestión de plantear la reformulación en clave de Modernidad, sino desde el nuevo horizonte de la Postmodernidad. Y más aún, desde las perspectivas que se abren cuando pasamos del modelo dual (o cartesiano) de cognición a otro modelo no-dual, hacia el que apuntan las modernas ciencias cognitivas y que es signo, en mi opinión, de que nos encontramos en el umbral de un nuevo nivel de conciencia, transpersonal.

        Por eso, cuando se plantean las cosas desde aquí, somos conscientes de que no se trata de aplicar «parches» que «actualicen» las formulaciones tradicionales; el giro es mucho más decisivo. Hasta el punto de que, más que a una «religión moderna», a lo que parece apuntar es a la superación misma de cualquier forma religiosa. De manera que incluso el debate que esa obra ha abierto a algunos nos parece, también él, superado.

        Con todo, creo que es una lectura útil, no sólo porque refleja bien el malestar al que antes hacía alusión, sino porque «da que pensar» y, según el momento en que muchos cristianos se encuentran, puede aportar elementos que les ayuden a hacer luz en sus planteamientos.     

        Dado que el libro ha sido editado en Ecuador, no sé si resultará fácil encontrarlo en nuestras librerías. Por eso, me parece oportuno señalar que puede encontrarse su texto en un foro de ATRIO (www.atrio.org), donde lo están trabajando durante este curso 2008/09.

 

  • SESHAMeditación. El camino a la libertad, Gaia, Madrid 2007. 59 pags. (Curso de meditación interna y externa en 2 DVD y libro). 26 €.

 

          Sesha nos ofrece un nuevo texto introductorio a la práctica meditativa, acompañado esta vez de una grabación en directo de uno de los cursos que imparte.

        

El librito es conciso, pero contiene los elementos básicos sobre la práctica meditativa, desde la perspectiva Vedanta advaita.

 

         Los DVD recogen casi cuatro horas de grabación de sus cursos. En ellos, con su peculiar estilo, que a algunos nos resulta elegante y a otros rebuscado, Sesha nos va introduciendo progresivamente en los fundamentos teóricos básicos de lo que es meditar.

 

         En concreto, los temas abordados en esa grabación son los siguientes:

 

1.     El presente como puente al infinito

2.     La naturaleza ilusoria del yo

3.     Los cinco estados de conciencia

4.     Práctica meditativa interna. Observación

5.     Práctica meditativa interna. Concentración y meditación

6.     Práctica meditativa externa. Observación

7.     Práctica meditativa externa. Concentración

8.     Práctica meditativa externa. Meditación

9.     Preguntas y respuestas

 

Quiero destacar expresamente dos características que me parecen muy importantes en la enseñanza de Sesha: su claridad pedagógica (aunque el discurso pueda resultar extraño a quien se acerca a él por primera vez) y su testimonio experiencial. Sesha es alguien que “ha visto” y, por eso, sabe de lo que habla y es fiable.

 

Si alguien desea más información sobre él, sus publicaciones y los cursos que ofrece, puede visitar su página web: www.vedantaadvaita.com 

 

  • J. KABAT-ZINNVivir con plenitud las crisis. Cómo utilizar la sabiduría del cuerpo y de la mente para afrontar el estrés, el dolor y la enfermedad, Kairós, Barcelona 2004 (orig. 1994), 537 pags., 29,50 €.

Jon Kabat-Zinn es el fundador y director de la Clínica de Reducción del Estrés, del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. Este extenso libro, que recoge el Programa de dicho Centro, se divide en 5 partes: 1) Práctica de la atención plena: prestar atención; 2) El paradigma: nueva forma de pensar en la salud y la enfermedad; 3) Estrés; 4) Aplicaciones: aceptar la catástrofe total; 5) La vía de la conciencia.

El Programa se basa en la aplicación de la práctica de la atención plena y la meditación en pacientes que sufren de dolor y estrés crónico. 

Atención plena equivale a vivir en el momento, estar en el presente. De ese modo, vamos logrando salir de la inconsciencia y conseguir que cada momento sea nuestro. Es vivir con consciencia, como el único camino para salir de la ignorancia y del sufrimiento.

El modo de llegar a la atención plena -el aprendizaje de la meditación- es la observación. Cuando observamos nuestra mente, no luchamos contra los pensamientos ni queremos cambiarlos; sencillamente, experimentamos que somos más que ellos, con lo cual dejan de ser los dueños de nuestra vida; nuestra mente observada se hace dócil. Eso es aportar consciencia a la experiencia de cada momento. Cuanta más conciencia, menos mente no observada. La consciencia llena cada momento, lo hace más completo, le insufla vida.

Se trata de aprender a aceptarnos en este preciso momento comos somos, con síntomas o sin ellos, con o sin dolores, con miedo o sin él. Aceptar estar donde y como estamos, porque sólo existe este ahora. Con independencia de lo que suceda, nos centramos en la percepción y la aceptación de las cosas como son.

        Y poner atención en todo lo que vivimos, aprendiendo a estar completamente en el aquí y ahora.  

 

  • E. TOLLEUn nuevo mundo, ahora, Grijalbo, Barcelona 2006. 267 pags.

         Sin duda, Eckhart Tolle es uno de los “maestros espirituales” más reconocidos de nuestro tiempo. Y tiene el mérito de “superarse” a sí mismo en cada una de las obras que nos ofrece.

         Entre ellas, hay que destacar las siguientes:

  • El poder del ahora. Una guía para la iluminación espiritual, Gaia, Madrid.
  • Practicando el poder del ahora, Gaia, Madrid 42004.
  • Un mundo nuevo, ahora, Grijalbo, Barcelona 2006.
  • La nueva conciencia, Gaia, Madrid 2007. (DVD de la conferencia que el autor pronunció en Barcelona, el 29 de septiembre de 2007).

         Dos palabras claves recorren toda su enseñanza: “Ego” y “Ahora”.

El Ego o falso yo es el resultado de nuestra identificación con la mente. Tolle es un maestro en clarificar el modo como el ego se constituye en nuestra identidad, cómo se alimenta y sobrevive y cómo nos introduce en una espiral de sufrimiento inútil. A partir de ahí, da pautas para desenmascararlo y así poder des-identificarnos de él.

En esta tarea, el secreto “mágico” consiste en venir al Ahora. Porque el ego no puede vivir en él. El ego ve el presente como: 1) un medio para conseguir algo, 2) unobstáculo que hay que superar (con lo cual, los problemas no pueden tener fin), o 3) como un enemigo, porque odias lo que estás haciendo o lo que ocurre.

Por eso, en la medida en que nos situamos en el instante presente, se modifica toda nuestra perspectiva, incluida la percepción de nosotros mismos. Como escribe el propio autor,  “cuando permites que este momento sea como es, disuelves el tiempo y también el ego. Todo lo que sucede es la forma que adopta el Ahora. Eso que ocurre en el Ahora es la puerta (forma) que conduce a lo sin forma. La separación entre mundo y Dios desaparece. Mediante la no resistencia a la forma, lo que hay en ti más allá de la forma emerge como una Presencia que todo lo abarca. Es más “tú” que cualquier cosa del mundo de las formas”.

Integrar el contenido de este libro puede ayudarnos a reconocer a nuestro ego (yo-mental) y a tomar distancia de él, al caer en la cuenta que no somos él. De ese modo, favoreceremos todo el proceso de transformación o expansión de la conciencia, como camino de una mayor humanidad.  

 

  • K. WILBEREspiritualidad integral. El nuevo papel de la religión en el mundo actual, Kairós, Barcelona 2007. 520 pgs., 27 €.     

Ken Wilber es uno de los más reconocidos, influyentes y prolíficos teóricos transpersonalistas. En este último libro, aplica su característico “enfoque integral” al estudio de la espiritualidad. A partir de ahí, nos ayuda a comprender cómo hemos llegado a esta situación, haciendo un diagnóstico de la misma y proponiendo caminos de avance.

         Para quien conozca la obra anterior de Wilber, gran parte del contenido de este nuevo libro le resultará familiar, porque vuelve a temas ya expuestos con amplitud en otros anteriores, si bien con algunos matices nuevos. En ese sentido, quizás la aportación más novedosa es la que se refiere específicamente al tema de la religión, que aborda en el capítulo 9, con el título de “La cinta transportadora”. En él, ofrece su visión de lo que debería ser la tarea prioritaria de la religión en la actualidad, una tarea que sólo ella podrá llevar a cabo: promover, facilitar y legitimar el avance hacia nuevos niveles de conciencia.

A partir de las reflexiones que aporta en ese capítulo, he querido elaborar una síntesis sobre la encrucijada en que se encuentra la religión en el mundo moderno y postmoderno, y que podréis encontrar en esta misma web.

Para quien no conozca la obra de Wilber, la lectura de este libro puede resultarle ardua y, por momentos, nada fácil, lo cual no niega que encuentre datos de interés. De todos modos, quizás fuera preferible empezar por alguno otro de sus libros; por ejemplo, Breve historia de todas las cosas, publicado también por la editorial Kairós.   

  

  • W. JÄGERLa vida no termina nunca. Sobre la irrupción en el Ahora, Desclée de Brouwer, Bilbao 2007. 118 páginas, 10 €.

         Willigis Jäger, monje benedictino y maestro zen, es uno de los más importantes maestros espirituales de nuestro tiempo.

Es un místico apasionado por la vivencia de Lo Uno. El hecho de ser místico hace que no siempre sea comprendido por la teología “oficial” ni por la autoridad eclesiástica. Pero está aportando un servicio tremendamente valioso, abriendo cauces a la espiritualidad y mostrando caminos por los que avanzar hacia la percepción de nuestra verdadera naturaleza; caminos de sabiduría y de compasión; caminos, también, en diálogo con todo lo que es nuestra cultura actual.

Entre sus libros anteriores, pueden citarse: “En busca del sentido de la vida” (edic. Narcea), “En busca de la verdad” (ed. Desclée) y, quizás el más conocido y leído, “La ola es el mar” (ed. Desclée).En este pequeño librito, Willigis aborda la cuestión de la enfermedad, la vejez, la muerte… y la vida, desde una espiritualidad no dualista, abierta y experiencial. 

                   

Psicología y crecimiento personal

  • J.V. BONETSé amigo de ti mismo. Manual de autoestima, Sal Terrae 91997.
  • J. MONBOURQUETTEDe la autoestima a la estima del Yo profundo, Sal Terrae 2004.
  • C. DOMÍNGUEZ MORANOExperiencia cristiana y psicoanálisis, Sal Terrae 2006.

  

Sobre la nueva ciencia

  •  LASZLO, E.La ciencia y el campo akásico. Una teoría integral del todo, Nowtilus 2004.

  
   Sobre la meditación

  •  E. TOLLEPracticando el poder del ahora, Gaia 2003.

 
    Una espiritualidad mística

  • W. JÄGER, La ola es el mar. Espiritualidad mística, Desclée de Brouwer 2002.  
  • W. JÄGER, Adonde nos lleva nuestro anhelo. La mística en el siglo XXI, Desclée de Brouwer 2005.

 
   En torno a la cuestión de Dios

  • J.A. MARINADictamen sobre Dios, Anagrama 2001.
  • J.A. MARINAPor qué soy cristiano. Teoría de la doble verdad, Anagrama, 2005.

   Sobre Jesús de Nazaret

  • J.A. PAGOLAJesús. Aproximación histórica, PPC, 2007.
  • A. NOLANJesús, hoy. Una espiritualidad de libertad radical, Sal Terrae 2007.

 

Audios nuevos

 

Rueda de la consciencia (Introducción)

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