Semana 16 de septiembre: ARCILLA (J.L. Borges)

Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin, y esto tiene que ser más fuerte en el caso del artista.

          Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tiene que aprovecharlo.

          Por eso yo hablé en un poema del antiguo alimento de los héroes: la humillación, la desdicha, la discordia.

          Esas cosas nos fueron dadas para que las transmutemos, para que hagamos, de la miserable circunstancia de nuestra vida, cosas eternas o que aspiran a serlo.

Jorge Luis BORGES.

«METÁFORAS DE LA NO-DUALIDAD»

No vemos “Lo que es” porque lo estamos buscando…, y lo imaginamos distinto de lo que es.

No es lo mismo hablar de la no-dualidad que desde la no-dualidad.
En el primer caso, se reduce a un concepto más,
a otra “construcción mental” que puede creerse o rechazarse;
en el segundo, se vive comprensión:
nada queda fuera, todo es expresión de Lo que es;
el instante no pensado es el Ahora eterno
y toda forma, cualquiera que sea la manera en que se manifieste,
es Plenitud radiante.

 

AGRADECIMIENTOS

 Han sido muchas las personas que han puesto saber, entrega y amor en este libro. Entre todas ellas, hay algunas que no puedo dejar de nombrar.

Ana Etxeberria, querida compañera, en su admirable inquietud pedagógica, alumbró la idea y el título; me acompañó en su proceso y me sigue acompañando con una paciencia incansablemente amorosa.

Javier Abril del Diego se entregó, desinteresada y amorosamente, con tanta pasión como arte, al diseño, maquetación e ilustraciones. Tuve además el regalo añadido de ser testigo de cada uno de los pasos que iba dando en la cuidada ejecución de su tarea.

Fidel Delgado puso el “toque personal”, con el regalo de unas letras que, tanto en su contenido como en su “forma”, transmiten lo que mejor lo define: la conjunción de sabiduría y humor.

Ana Mª de las Heras tuvo, como es ella, un papel callado pero cálido, motivador y sumamente eficaz en la gestación de todo este proyecto.

Y, last but not least, Manuel Guerrero, director editorial de Desclée De Brouwer, manifestó desde el primer momento la receptividad y acogida que tanto apreciamos y valoramos quienes lo conocemos.

Hacia cada uno y cada una de ellos experimento una sentida y estable gratitud.

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El ser humano está habitado por un dinamismo o anhelo que lo empuja hacia la verdad. En esa búsqueda recurre a lo que otros le han enseñado y a lo que puede elaborar a partir de su propio razonamiento. Pero pronto se da cuenta de que la verdad no “cabe” en su mente. Descubre que la verdad, siendo “razonable”, no es “racional”, sino que se encuentra en el nivel de la “trans-racionalidad”.

La verdad no es una idea, un concepto o una creencia. Es una con la realidad; es, sencillamente, “lo que es”. Y es no-dual: se manifiesta en infinidad de formas diferentes, siendo todas ellas expresión de la única Realidad.

Sin embargo, a la mente, de naturaleza dualista y separadora, se le escapa la no-dualidad. Por eso es apropiado recurrir a la metáfora y a su capacidad evocadora: a partir de una imagen que se capta con facilidad, nos “traslada” a la Realidad inefable.

A lo largo de diferentes metáforas, de un modo amable y sugerente, el autor invita a abrirse a “otro modo” de ver la realidad, en la certeza de que así se nos hace patente nuestra verdad y, con ella, la plenitud que somos.

Editorial Desclée De Brouwer.

Para leer el Prólogo y la Introducción, clic aquí.

ÍNDICE

Prólogo de Fidel Delgado

Introducción

  1. La cuerda y la serpiente
  2. El león y los asnos
  3. La ola y el mar
  4. La piedra y los átomos
  5. Las cosas y los procesos
  6. La botella y el océano
  7. El océano y el agua
  8. El globo lleno de aire
  9. El cielo y el clima
  10. La montaña y las nubes
  11. La vida y los seres vivos
  12. El manantial y el agua
  13. La vid y los sarmientos
  14. El dedo y el cuerpo
  15. El anillo y el oro
  16. Dos velas, una sola llama
  17. La película y la pantalla
  18. Las letras y el papel
  19. El coche y el conductor
  20. El viaje y el viajero
  21. Los trenes y la estación
  22. El que ve y lo visto
  23. Lo que observa y lo observado
  24. Lo que ocurre y la consciencia de lo que ocurre
  25. La llanta y el eje
  26. Los huéspedes y el dueño
  27. Los churros y el gerente
  28. El pianista y el piano desafinado
  29. El mendigo y el tesoro ignorado
  30. El diamante en el bolsillo
  31. El tesoro y el buscador
  32. Dos hijos inconscientes
  33. El buscador y lo buscado
  34. Lo que es y lo que pasa
  35. El río y los remolinos
  36. El espacio y la habitación
  37. El niño y el auto mecánico
  38. El jinete y las riendas
  39. Gemelos que no tienen la misma edad
  40. El coro y el director
  41. El dueño y el criado
  42. La cercanía que impide ver
  43. Las gafas que filtran la visión
  44. Cuando nada es todo
  45. El tapiz y nuestra mirada
  46. El libro y la lectura
  47. La pizarra y lo escrito en ella
  48. El lienzo y las imágenes
  49. El pájaro y la rama
  50. El miedo y la ignorancia
  51. El escenario y el personaje
  52. El actor y la máscara
  53. La pasarela y el desfile
  54. El baile y el bailarín
  55. El mapa y el territorio
  56. El dedo y la luna, las creencias y la verdad
  57. La miel y el dulzor
  58. El juez y la rosa
  59. El efecto boomerang
  60. El sueño y el soñador
  61. El salvador y la víctima
  62. El árbol del conocimiento del bien y del mal
  63. La habitación oscura y la linterna
  64. La luz y las sombras
  65. Lo real y la apariencia
  66. El niño y los castillos de arena
  67. El sueño lúcido
  68. El agua y el terrón de azúcar
  69. Volver a la casa de la que nunca habíamos salido
  70. El palo que atiza el fuego

Anexo I. Práctica para “permanecer” en casa: Meditar, solo estar, solo ser.

Anexo II. El inicio y la clave de la comprensión: Hay en ti “Algo” que sabe.

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RESEÑA

        ¿Cómo favorecer la comprensión de lo que somos y, en último término, la comprensión de lo real?

          Desde la antigüedad, los sabios han mostrado que la clave se hallaba contenida en la respuesta a la primera y decisiva cuestión: ¿quién soy yo?  Y han propuesto una aproximación no-dual a lo real. Hasta el punto de que ambos principios –la primacía del conocimiento propio y el reconocimiento de la naturaleza no-dual de la realidad– constituyen dos pilares básicos en los que se apoya la llamada sabiduría perenne.

          Tal como proclamaba el Oráculo de Delfos, quien conoce su verdadera identidad, conoce todo lo que es: “Hombre, conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses”.

          Para avanzar en ese autodescubrimiento, en línea con la “sabiduría perenne”, el autor recurre a la no-dualidad como clave de lectura y a la metáfora como vehículo.

        Estamos habituados –nos recuerda– a leer la realidad desde el “modelo mental”, esencialmente separador y fragmentador, por lo cual tendemos a verla como una suma de objetos separados. Sin embargo, parece innegable que, más allá de las diferencias, todo es uno. La no-dualidad significa, justamente, el reconocimiento de la unidad-en-la-diferencia. Por tanto, si la Realidad es una, la lectura dualista forzosamente tiene que dar una imagen radicalmente deformada de la misma.

          Desde la comprensión no-dual, y con esta clave, el autor trata de responder a la cuestión inicial: ¿quién soy yo?, ¿qué es lo realmente real?

          Y lo hace recurriendo a la metáfora que, de acuerdo con su etimología, nos “lleva (pherein = trasladar) más allá (meta)”. La metáfora evoca aquello que transciende la mente. Por ese motivo constituye un vehículo adecuado para abrirnos a la comprensión de aquello que está “más allá” de lo que la mente puede percibir.

          Con ese objetivo, se nos presentan setenta metáforas que abordan temas vitales: nuestros miedos y nuestra certeza, el funcionamiento de la mente, el camino de la liberación del sufrimiento, la comprensión de lo que somos, la raíz de nuestra ignorancia y la fuente de toda confianza, las creencias y la verdad, nuestras ideas acerca del “bien” y del “mal”, la confusión entre lo real y lo aparente, el falso dilema entre libre albedrío y determinismo, el elogio de la libertad, la comprensión y vivencia del amor, la clave de la transformación…

        Al tratarse de metáforas, el libro ofrece diferentes niveles de lectura: puede leerse como una primera aproximación a la no-dualidad, o como medio para profundizar en lo comprendido. Incluso como material susceptible de ser utilizado para trabajar en grupo o con jóvenes que se inician en la comprensión.

         Según donde estemos cada cual, algunas metáforas pueden llegarnos más que otras. En todo caso, parece adecuado no leerlas de golpe, sino poco a poco, como lo que quieren ser: puertas que abren a la comprensión o recordatorios de lo que somos, en definitiva vehículos que nos trasportan más allá de lo que aparece a primera vista para mostrarnos lo que somos.

          El camino de la verdad empieza por la indagación rigurosa y lúcida acerca de nuestra verdadera identidad. Porque de la respuesta a esta primera cuestión –se nos repite en el texto– dependerán absolutamente todas las demás.

          Hacia ahí apuntan las metáforas: a partir de una imagen que se capta con facilidad, nos “trasladan” a la Realidad inefable. Todas ellas constituyen una invitación, amable y sugerente, a abrirse a “otro modo” de ver la realidad, en la certeza de que ahí se nos hace patente nuestra verdad y, con ella, la plenitud que somos.

       La comprensión, de la mano de las metáforas –sostiene el autor–, nos traslada a “casa” de la que, paradójicamente y a pesar de las apariencias, nunca nos habíamos alejado. 

      El libro ha sido enriquecido con el trabajo del diseñador gráfico Javier Abril del Diego, autor de un cuidado diseño y de unas preciosas ilustraciones, que añaden a las metáforas un plus de gusto y capacidad evocadora.

Semana 2 de septiembre: LA REALIDAD ES NO-DUAL

NO-DUALIDAD: ¿UNA MODA?

Primera Clave: La Realidad es no-dual (1)

La Realidad es solo una, como una es la fuente de todo lo existente. La dualidad –la idea o creencia de la separación– aparece con la mente que, debido a su naturaleza separadora, entiende lo real como una “suma” de objetos separados.

          Esa única Realidad tiene dos “polos”: el inmanifiesto y el manifestado, la vacuidad y las formas. Pero polaridad no significa dualidad: ambos polos se hallan profunda y secretamente abrazados en una unidad mayor. Esto es lo que se denomina como no-dualidad: unidad-en-la-polaridad o unidad-en-la-diferencia.

          La comprensión no-dual no descuida ni desvaloriza nada porque sabe ver todo como “expresión” o despliegue de la Realidad una, que constituye el sustrato y la identidad última de todas las formas.

          Los “dos polos” o niveles, sin embargo, no son simétricos: el de las formas es relativo, temporal o transitorio, lo cual permite hablar de “sueño” o “representación”.

          La comprensión no-dual nos muestra nuestra verdadera identidad –somos Consciencia o Vida–, que momentáneamente experimentamos en la forma de una persona concreta. Desde la mente –desde la no-dualidad pensada, en cuyo caso es el “yo” quien habla–, esto podría inducir a la pasividad y al descompromiso, pero no así desde la comprensión. En concreto, esto significa que afirmaciones del tipo “No hay nada que hacer” son ciertas; el error radica en pensar que el sujeto de las mismas es el “yo”. En este caso, lo que ocurre es que el yo se apropia –en su beneficio, por ejemplo para autojustificarse– de expresiones que son verdaderas en el nivel profundo. Más brevemente: quien dice “no hay nada que hacer” no es el yo particular, sino la Sabiduría o la Vida donde todo es ya plenitud.

          Me parece que esto puede ocurrir prácticamente con cualquier afirmación, cuando se pronuncia desde un nivel de consciencia y se lee desde otro. Por lo que puede darse que, citando literalmente una frase, al hacerlo desde el estado mental, se esté pervirtiendo su significado y, por tanto, induciendo a error.

          Veámoslo con otra afirmación, aquella según la cual “lo que viene, conviene”. Alguien ha reaccionado ante ella diciendo que equivalía a “justificar todos los horrores históricos”. Sin duda, desde el nivel mental no puede leerse de otro modo. Sin embargo, leída desde la comprensión no-dual, se descubre la sabiduría que la alienta.

          En efecto, tal afirmación invita sencillamente a alinearse con lo real. Pero, a diferencia de lo que la mente pueda pensar, tal alineamiento no solo no tiene nada de resignación o claudicación, sino que se halla dotado de un dinamismo interno que impulsará a la acción adecuada en cada momento. Y será adecuada precisamente porque brota de la actitud sabia de la aceptación. Lo contrario –situarse en un “no” a la vida– es resistencia estéril, generadora de sufrimiento.

          La mente busca siempre la resistencia –porque es la forma que tiene el yo de mantener su sensación de existir– y huye de la aceptación –porque en esta el yo se diluye–. Sin embargo, la sabiduría es un camino de aceptación, actitud adecuada entre la resistencia y la resignación.

          Sirvan estos dos ejemplos para mostrar que afirmaciones de este tipo únicamente tienen sentido –solo pueden producirse y entenderse– cuando vivimos en la comprensión no-dual, más allá de la mente. ¿Cuándo serían “falsas” tales expresiones? Cuando se leen desde la mente o, como decía más arriba, cuando el yo se las apropia para autojustificarse.